domingo, 13 de octubre de 2013

XX Regata Internacional de Piragüismo/Canoagem Río Guadiana

Aprovechando mis vacaciones en Ayamonte me propuse participar, por tercer año consecutivo, en el Ascenso del Guadiana. Es una prueba cuyo recorrido discurre entre la localidad de Villa Real de Santo Antonio, en Portugal, y la de Sanlúcar de Guadiana, en Huelva, 34Km río arriba. Dicen que es la prueba de piragüismo más larga que se disputa en la Península. Además tiene el inconveniente adicional de no tener porteos donde bajarse de la piragua para aliviar las piernas y el… culo.  La gente que participa -de clubs andaluces y portugueses principalmente- la suelen llamar “El Infierno del Guadiana”…

Este año, a diferencia del pasado, aproveché el mes previo para entrenar bastante. Tuve la suerte de que la prueba coincidió al final de mis vacaciones y, por tanto, tuve tiempo libre para remar. Nada del otro mundo, pero por lo menos pude hacer unas cuentas tiradas largas en piragua. El año pasado me presenté en la prueba sin haber remado prácticamente nada el mes anterior y para colmo nos tocó un día durísimo con viento y olas en contra durante todo el recorrido. Mi falta de entrenamiento y las duras condiciones que hubo hicieron que se convirtiera en la competición en la que más he sufrido en toda mi vida. Por mi cabeza rondó incluso la idea de retirarme. Milagrosamente conseguí llegar a meta, eso sí, completamente “apajarado” y dolorido. Al bajarme de la piragua sólo pude tumbarme sobre un banco hasta recuperar, poco a poco, la “consciencia”. En aquellos momentos, como me consta que le pasa a mucha gente cada año, estaba más que convencido de no volver a pasar voluntariamente por la misma tortura. Sin embargo…


Sábado 21 de septiembre de 2013

Siguiendo la tónica de todas mis vacaciones, me meto un buen desayuno “tipo anuncio”. Esto es: al aire libre, con una mesa repleta de comida variada y con los primeros rayos de sol dándome en la cara. Muy duro.

Como la salida es a las 11:30 hora portuguesa (12:30 nuestras) y estoy a tan sólo 20 minutos de Villa Real en coche, aprovecho y doy un paseo relajado por la playa con Elsa mientras hago la digestión.

Al llegar a casa repaso el material que tengo que llevar: licra, camiseta de tirantes, visera, bolsa de camelback, agua, bebida isotónica, plátanos, geles de hidratos, pala y piragua.

Se da la feliz coincidencia de que tengo un gran grupo de “animadores personales” que me van a acompañar: Elsa y, recién llegados, mis padres y mi tía Carmen que se han plantado en Ayamonte aprovechando las “vacaciones permanentes” que mi tía acaba de estrenar. Creo que lo llaman jubilación, algo que existía antiguamente y que los de mi generación veremos, como mucho, en las películas.

Cargamos todo en el coche y salimos los 5 rumbo al extranjero… a 15Km, atravesando el puente sobre el Guadiana.

Nada más llegar a Villa Real de Santo Antonio nos dirigimos al paseo, frente al club marítimo, donde todos los años dan la salida. Paso a recoger mi dorsal y el chico del patronato municipal de deportes de Ayamonte, al reconocerme, me da directamente mi dorsal deseándome suerte. ¡Así da gusto!


Descargo mi piragua, la poso en el césped de un parque y me pongo con los preparativos de última hora. Decido hacer un rompeolas cortando una botella por la mitad y pegándola sobre la cubierta de proa. Pongo una esterilla sobre el asiento para intentar que el acolchado me ayude a soportar tantos kilómetros sentado. Pego en la parte de atrás de la bañera la bolsa del camelback con 1 litro de agua y paso el tubito para beber por debajo del asiento. Por último pongo en la parte interna de la bañera un gel de glucosa para tomármelo cuando me empiece a entrar la flojera.


Por megafonía están dando los últimos avisos para pasar el control de embarcaciones a los de la primera salida, la formada por piraguas de “turismo” e “iniciación” y por los “surfskis” y “kayaks de mar”. Ellos salen unos 30min. antes que los que vamos en K1 y K2 de “competición”.

La piragua que he traído no tiene achicador instalado y llevo tiempo dudando si llevar o no puesto el cubrebañeras. Aunque por ahora el agua está como un plato, el Guadiana es anchísimo y, sobre todo, en los primeros 5 o 6 kilómetros que hay hasta el puente muchas veces se forman olas grandes -o muy grandes- a causa del viento, las corrientes y los barcos. El problema del cubrebañeras es que da calor y de eso hoy vamos sobrados ya que hace más de 30ºC y un sol de justicia. Mi cubrebañeras, además, no es de cremallera por lo que no puedo abrirlo para ventilar y refrigerarme. Una vez pasado el primer tramo hasta el puente, si el agua está en calma, podría quitarlo de la bañera pero, en cualquier caso, se me quedará en la cintura dando calor… por todo ello decido esperar al último momento para ver si se levanta viento y el agua se pone complicada.

Vamos al muelle a ver la primera salida. Me sorprende que hay un montón de piraguas formadas en línea (más o menos, esto es piragüismo…) al otro lado del pantalán del puerto deportivo. Se ven embarcaciones de lo más variado. Desde los rápidos surfskis, que con el agua “movida” pueden ir incluso más rápido que las piraguas de “competición”, hasta kayaks autovaciables anchísimas, más pensadas para un tranquilo día de playa o de pesca que para recorrer 34Km. Esta gente tiene mucho mérito porque los que logran llegar -que no son todos- tardan mucho más tiempo que nosotros… ¡algunos incluso 4 o 5 horas!


Nos saluda un señor del Club Marítimo de Huelva que nos conoce de otros años. Él también es de Santander aunque lleva muchos años viviendo en Huelva. Comentamos un poco cómo vemos la regata este año y nos despedimos y deseamos suerte.

En ese momento suena un bocinazo y todas las piraguas de la primera salida arrancan a la vez. Sale cada uno a lo suyo: unos como si estuvieran en la final de los 1000m. de los JJ.OO. y otros con la tranquilidad de un turista. Parece que nadie intenta coger la ola de nadie y cada uno va con su propia trayectoria. Algunos bromean con gente del público antes de centrarse en su dura tarea.


Me doy cuenta de que, aunque han retrasado un poco la salida para que la marea empiece a subir -la bajamar era una hora antes-, la corriente sigue tirando para abajo.

Voy al coche. Me visto, me pongo el dorsal con unos imperdibles. Como un plátano y doy unos últimos tragos de agua. 


Me despido de mi familia que se marcha para seguir la carrera por la carretera paralela al río. Me dicen que pararán en varios sitios, el primero el puente por el que hemos venido en coche que está a unos 5 o 6 kilómetros de la salida.


Me encuentro con Alberto, del club gallego Tudense, al que conocí en mi debut hace 3 años. Es un “fijo” de esta regata y siempre suele quedar en los primeros puestos. Aunque me dice que este año ha podido entrenar menos, sé que estará adelante dando guerra…

Llega la hora de pasar el control de embarcaciones y al final opto por llevar puesto el cubrebañeras. Prefiero pasar calor a hundirme o tener que parar en la orilla para achicar. Voy hacia el lugar de embarque con calma y sin prisas, dejando pasar a todo el mundo. Pienso que cuanto más tarde me suba a la piragua menos tiempo tendré que pasar sentado. Lo que va a sobrar hoy son kilómetros para calentar y estar sentado en su “cómodo” asiento.


Al llegar al pantalán veo a mucha gente que ya está en el agua calentando. Hay un poco de atasco para subirse. Sigo calmado y sin prisas. Me pongo detrás de un K2 de veteranos que están empezando a subirse a su piragua. Sigo esperando, sigo tranquilo. Parece que no se dan mucha prisa en colocar todo (cubrebañeras, camelbacks, cuello de la camiseta, cinta de la pala, GPS…). Sigo esperando. Por el altavoz de megafonía dicen que “faltan 10 minutos para la salida, todo el mundo a la línea de salida”. Sigo esperando pero ya no estoy tranquilo, ¡¡les digo que si se pueden dar un poco de prisa!! Pero ellos, como buenos andaluces, me dicen: “tranquilo quillo, que ya casi está”…

Por fin me dejan un hueco y me subo rápidamente a mi piragua. Salgo del puerto apurado pero, para mi tranquilidad, observo que la gente todavía está dando vueltas en todas direcciones. Aprovecho para calentar un poco y para ir cogiendo posiciones en la parte izquierda de la salida. El río en el primer tramo hace una ligera curva a la izquierda y además, como la corriente todavía la tenemos un poco en contra, pienso que será mejor empezar a subir bastante pegado a la orilla.

Entre que hay muchas motos de agua y zodiacs -de la organización, de la guardia civil y de la cruz roja- moviéndose para todos lados y que ha empezado a soplar un poco de viento de levante -que nos coge de lateral- se ha formado un batiburrillo de olas que hace complicado el mantenerse en equilibrio sobre la piragua. Veo por lo menos a un par de participantes que se han caído al agua y están tratando de nadar hasta el pantalán para volver a embarcar. Miro a mi derecha, ya estamos formados más o menos en línea. Por megafonía no paran de repetir que demos hacia atrás, hacia no sé qué boya que marca la línea de salida. Nosotros, como buenos piragüistas, damos una palada para atrás y dos para adelante mientras vemos como el resto hace lo mismo…

¡¡¡MEEEEEEC!!!

Bocinazo y empezamos a levantar agua con nuestras primeras paladas. Dejo un poco atrás al que tengo a mi izquierda y me pego a la ola del que tengo a la derecha. Veo que a la derecha de éste un grupo, creo que de K2, se va adelantando al resto. Voy apretando fuerte y tengo que estar atento al equilibrio porque el agua está movidito por lo que no puedo fijarme bien en si en ese grupo va también algún K1.

Nos pegamos a la parte izquierda todo lo que nos permite el bajo fondo. Por detrás, en diagonal por la derecha, nos llegan unas olas pequeñas ocasionadas por el viento y veo que todo el mundo trata de cogerlas para surfearlas. Eso nos obliga a ir un poco en zigzag. El rato que te subes en una ola vas demasiado hacia la orilla y, por tanto, tienes que hacer otro rato separándote de ella y aguantando las olas de costado. Me resulta un poco incómodo pero permite ir suelto de palada.


Miro hacia adelante y veo al grupo de piraguas que se ha distanciado unos 100m. A ojo calculo que serán unas 15 piraguas. Pero como vamos en fila me cuesta saber cuántos K1´s van en él. Yo sigo a ratos surfeando las olas y a ratos pegándome al que llevo cerca desde el principio.

Giramos un poco a la izquierda y nos encontramos de frente, enorme, el puente que une Portugal y España.


Deja de haber olas. El viento nos da completamente por la espalda lo que hace que la sensación de calor sea todavía mayor. No me encuentro muy bien, empiezo a sentir agobio y, dado que veo el agua muy lisa, decido quitarme el cubrebañeras. Con la “alegría” que me da la ventilación doy un relevo a “mi compañero” para tratar de no bajar mucho el ritmo.


Nos acercamos al puente y en ese momento decido aflojar un poco porque me siento muy alto de pulsaciones. Sé que la prueba es larguísima y sigo con dudas sobre qué tal lo voy a aguantar.

Cuando estoy a punto de pasar bajo el puente escucho a mi padre gritando “¡vamos Miguel!”. Miro hacia arriba y le veo, muy lejos -dada la altura del puente-, haciendo fotos.


Entro en la enorme sombra que hace el puente sobre el agua y en ese momento, desde la orilla izquierda, escucho al resto de mi familia animarme. Les miro y sonrío un par de veces para demostrarles que, al menos de momento, la cosa va mejor que el año pasado.


Cuando vuelvo a concentrarme en lo mío me fijo en los que llevamos más próximos por delante. Tenemos un par de K1´s bastante cerca y me propongo enlazar con ellos para formar un grupo más grande.

Tras tirar un rato un poco más fuerte llegamos a su ola. Ha sido fácil, me doy cuenta de que la gente, tras unos 6Km iniciales de ritmo fuerte, ha decidido ponerse en “modo larga distancia”. En ese momento somos un grupo de 4. Un chico de azul con gorra roja con el que llevo desde la salida, un veterano y un chaval que supongo que será juvenil. Me quedo un rato a ola para descansar.

Hace mucho calor puesto que seguimos con la brisa a favor, pero sin duda prefiero esto al vendaval en contra que tuve que sufrir el año pasado. Miro el reloj, llevamos algo más de 30 minutos, y decido dar los primeros tragos de agua. Tengo que hacerlo rápido si no quiero perder la “primera ola” en la que voy. Suelto la pala, cojo el tubo que tengo debajo del asiento y me lo meto en la boca. Empiezo a dar tragos como puedo, mientras respiro con dificultad, y vuelvo a dar paladas.

El grupo sigue tranquilo, sin cambios de ritmo y el veterano que va tirando empieza a preguntarnos de qué categoría somos. Supongo que es para saber si somos sus “rivales directos” o no. El de la gorra roja es senior, como yo, y el chaval es juvenil. Me empiezo a comer un poco la cabeza porque me da la sensación de que una cosa es ir algo “reservón” y otra ir de cháchara. Decido pasar a tirar del grupo. Me fijo en otro K1 solitario que llevamos unos 50m por delante. Veo que no va muy fuerte y que, muy poco a poco, le vamos recortando terreno. Me pongo como objetivo intentar alcanzarle. Pasa aproximadamente un kilómetro y nos hemos acercado mucho. En ese momento veo que deja de remar para meterse el tubo de la bebida e hidratarse. Pego un pequeño cambio de ritmo y consigo llegar a su popa llevando conmigo al resto del grupo. Ahora somos cinco. Yo me he puesto a la ola izquierda del que acabamos de alcanzar, el veterano se ha puesto a su ola derecha, el chaval se ha puesto en la “V” y a mi ola izquierda, a segunda ola, se ha puesto el chico de la gorra roja.

Durante un buen rato seguimos manteniendo las posiciones. El que tira lleva un buen ritmo: constante y justo, ni muy fuerte, ni muy suave -al menos para mí-. A él se le ve bastante cómodo y empieza a hablar con el veterano que está a su derecha. Ya se conocen puesto que los dos son de clubs andaluces. Bromean entre ellos. El que va tirando comenta que no tiene buenas sensaciones y que “ese no es su sitio en la regata”. Da a entender que normalmente va más rápido. Por los comentarios que hace el otro parece que sí es cierto...

Por delante llevamos un K2 al que vamos recortando terreno. Empiezan a mirar hacia atrás y me da la sensación de que incluso aflojan para que les cojamos. Cuando les estamos alcanzando el que va tirando de nuestro grupo va justo detrás de su popa. Yo, que voy a su ola izquierda, voy pendiente de si al final se mete por la derecha o por la izquierda del K2, para adaptarme lo mejor posible a la nueva posición que me toque. Sorprendentemente, el que va tirando llega justo hasta la popa del K2 y se queda ahí, sin querer subir a ninguna de sus olas laterales. Por ello los dos que vamos a ola del que tiraba del grupo, y que se ha quedado a popa del K2, pegamos un pequeño cambio de ritmo para ponernos a la ola derecha del K2 -el veterano- y a su ola izquierda -yo-. El que ha tirado de nosotros hasta el K2 se queda cómodamente en la “V” y el chaval joven y el de la gorra roja se ponen a segundas olas.

Pasa un rato en el que en el “nuevo grupo” seguimos sin cambios de ritmo y sin hablar. Me doy cuenta de que todavía no llevamos la corriente claramente a favor y pienso que esto se va a hacer muy largo y muy duro. Tengo mucho calor y la boca muy pastosa. Decido beber otra vez. Antes de soltar la pala, para coger el tubo y metérmelo en la boca, doy un par de paladas fuertes para adelantarme un poco y así no retrasarme al parar momentáneamente de remar. Pese a ello, al dejar de remar, pierdo medio metro con respecto al K2 pero sin llegar si quiera a caerme de su ola, nada preocupante. Sin embargo en ese momento veo que el que iba en la “V” acelera y empieza a enseñar su proa por donde yo saco mi pala derecha, ¡está pegando un sprint para intentar meterse entre el K2 y yo donde, evidentemente, no hay hueco! Acelero un poco y me pego bien al K2 para dejar claro que por ahí no puede pasar. El que ha querido “colarse” empieza a gritar: “¡Pero déjame la ola!”, “¡qué egoísmo!”, “¡en regata ya se ve de qué pie cojea cada uno!”

Al principio no entiendo muy bien qué dice y, sobre todo, si lo está diciendo en serio. Cuando me doy cuenta de que sí que lo dice en serio, y que da por hecho que yo me tenía que haber abierto para dejarle coger a él una ola en la que estaba yo, le digo: “¡Mira macho, yo no voy nada sobrado y la ola de un K2 no te la voy a regalar porque sí!”. También le digo que si él se encuentra fuerte y quiere remontar puede abrirse y adelantar por un lateral del grupo, que es como se tiene que hacer. Le oigo murmurar algo más pero paso de seguir discutiendo que bastante cansado me encuentro dedicándome sólo a remar. (*)


*Aprovecho para poner aquí normativa al respecto por si a alguien le puede ayudar a aclarar sus dudas:


En este caso yo sería la piragua amarilla y el que protestaba sería la piragua naranja que intentó colarse entre la roja (el K2) y la mía… vamos, peor todavía.



Pasan 3 o 4 minutos y veo de reojo como “el amo del río” que iba a “V” finalmente pega un fuerte cambio de ritmo por el lado contrario del grupo donde estoy yo. Todos se alborotan tratando de salir con él. Yo, dado que veo que el K2 sigue a ritmo constante, opto por seguir “tranquilamente” en plan conservador a su ola. Se marchan todos. El que ha iniciado el ataque y los otros 3 K1´s que iban en el grupo se van distanciando poco a poco. Tengo que mantener la sangre fría para no pegar un tirón e intentar irme con ellos pero pienso que, aunque de momento me encuentro con fuerzas, voy a llegar al final de la prueba muy justo.

Aprovecho la buena ola del K2 para tratar de dar las mínimas paladas posibles y para hidratarme con regularidad. Sin embargo no pasa demasiado tiempo y mis “compañeros de viaje” empiezan a dar muestras de cansancio. Me da la sensación de que vamos cada vez más lentos. Les digo que les doy un relevo y que traten de ponerse a mi ola. Voy un rato tirando de ellos pero les escucho discutir, muestra de que no van bien. Finalmente se quedan atrás y sigo sólo.


Por delante veo al chaval que se había marchado de mi grupo cuando se produjo el ataque. Va sólo y da la sensación, por su ritmo de palada, de ir muy cansado. Tras un rato apretando un poco más de lo normal llego a su ola. En ese momento empezamos a encontrarnos cañas y ramas arrastradas por la corriente. Tenemos que ir atentos para esquivarlas y no engancharlas con el timón.

Después de descansar un poco a ola del chaval miro hacia adelante y veo que unos 100 metros por delante llevamos al veterano y al senior de gorra roja que también se me escaparon antes. Pego un cambio de ritmo un poco intenso para ponerme a tirar y reducir distancias. El chaval que me acompañaba no aguanta mi ola y se queda atrás. Me concentro en mantener mi ritmo.


Giro a la derecha en una curva muy amplia que da el río y encaro una larga recta más. A lo lejos, a la izquierda, veo varios barcos atracados en un pequeño muelle. Creo que es Foz de Odeleite, donde tienen la meta los cadetes. Sigo reduciendo poco a poco la distancia con los dos K1´s que me preceden pero se me está haciendo duro y todavía me sacan bastantes metros. Escucho un ruido de motor por detrás, miro a mi derecha y veo un barco grande que me está adelantando haciendo unas olas enormes. Por un momento dudo si meterme detrás de él a surfear su ola… iría como un marqués, sin tener que hacer nada de fuerza en las paladas y a gran velocidad, pero no lo veo muy ético ni legal en una regata y opto por seguir mi línea.

Cuando me estoy acercando al muelle donde veo que se están bajando algunos cadetes escucho a mi madre: “¡vamos Miguel, muy bien!”. Con la paliza y el calor que llevo me anima muchísimo. Tras acercarme más también veo a mi padre haciendo fotos. Les sonrío un poco. 


Me pregunto dónde estarán Elsa y Carmen, supongo que se hayan buscado una sombra... Mi padre me grita: “¡coge la ola que está permitido!”. No entiendo a lo que se refiere, no sé si lo dice en plan irónico porque voy sólo o se refiere a las olas del barco que me ha adelantado.

Tras pasar el embarcadero y dar unos tragos de agua veo que el veterano y el de la gorra roja me sacan menos distancia y que están bebiendo y remando suave. Decido esforzarme a tope para alcanzarles y por lo menos así hacer el resto de la regata con alguien. Acelero la cadencia de palada mientras respiro fuerte y acompasadamente. Tras unos 2 o 3 minutos de esfuerzo llego, por fin, junto a ellos. Les saludo y me relajo un poco a su ola.

En eso momento de “relax” soy consciente, por primera vez, de cuanto me duelen los glúteos, los isquiotibiales y los lumbares. Intento estirarme echándome hacia a atrás e incluso sacando alternativamente las piernas de la bañera mientras me inclino hacia adelante. Me alivia pero sólo momentáneamente. El de la gorra, al verme hacer estos movimientos raros, me pregunta: “¿te duele la ciática?”. Y, sin darme tiempo a responder, me dice que a él sí y que ya no sabe cómo sentarse. Decido tomarme el gel de glucosa “por si acaso”. Lo espachurro de una vez y se me llena la boca de una especie de mermelada caliente… curiosamente me sabe muy rico, supongo que porque mi cuerpo lo necesitaba. Doy unos tragos de agua para pasarlo.

De nuevo tengo la sensación de que llevamos un ritmo demasiado lento. Paso a tirar yo, a mi derecha se pone el veterano y a mi izquierda el de la gorra, al que escucho resoplar y quejarse de sus dolores cada poco tiempo.


De repente oigo gritos de ánimo. Miro para la derecha y veo, unos metros más arriba, el coche de mi padre por la carretera que va paralela al río. Han bajado la ventanilla y todos me dan gritos de ánimo diciéndome que “¡ya queda poco!”.



Me dan fuerzas. Les digo a mis acompañantes con orgullo: “¡mirad, es mi afición!”.

Me hago un análisis y, quitando el dolor y el cansancio lógico por el calor y los kilómetros que llevamos, me encuentro bastante bien por lo que intento acelerar un poco más. El veterano se pega bien a ola pero el senior de la gorra roja no tiene fuerzas para seguirnos y, poco a poco, se va quedando atrás.


Damos una curva del río y ante nosotros nos encontramos de nuevo una larguísima recta. Empiezo a estar muy incómodo, me duelen mucho la parte baja de la espalda y las piernas. Le pido a mi acompañante un relevo y pasa a tirar él. Trato de desentumecerme echándome para atrás, e incluso a ratos remo apoyado en la parte de atrás de la bañera, aguantándome con los abdominales.


Unos metros por delante vemos a un K2 al que parece que nos vamos acercando poco a poco. Propongo a mi compañero hacer un esfuerzo conjunto para ver si les cogemos y hacemos el resto de la regata a la “cómoda” ola de un K2.

Aumenta el ritmo y nos acercamos bastante pero me da la sensación de que cuando nos escuchan aceleran también con lo que no podemos cogerles. Les empezamos a gritar “¡K2, K2!” para ver si nos hacen caso, ven que somos K1´s, se apiadan de nosotros y nos esperan. Parece que no están por la labor, no hacen ni el amago. Decido dar un relevo y pasar a tirar yo. Pego un cambio de ritmo todo lo fuerte que puedo, doy el 100% -bueno, lo que me queda- para ver si consigo alcanzarles y así descansar un poco. Voy a tope de pulsaciones, la proa se me levanta al intentar remontar su ola y el agua se hace más “dura”. Estoy a punto de tener que aflojar, pero justo en ese momento consigo remontar la ola y me sitúo a su popa. Una vez ahí me abro un poco, doy un par de paladas fuertes más y me sitúo, por fin, a su ola izquierda. Intento descansar. Miro hacia atrás y veo que el veterano que venía conmigo también ha conseguido enlazar.

Una vez que recuperamos el aliento empezamos a animarnos entre todos diciendo que ya quedan muy pocos kilómetros y que la marea a estas alturas nos está llevando en volandas. Veo en mi GPS que vamos a velocidades de 14-15Km/h, es decir, rapidísimo. El K2 y el veterano hablan entre ellos haciendo números y cábalas para intentar saber en qué puesto van. Yo la verdad es que ni pregunto, no tengo demasiada curiosidad.


Delante vemos a un K2 de portugueses y me empiezo a temer que el K2 que va tirando de nuestro grupo apriete para poder alcanzarles. Efectivamente hablan entre ellos, se dan ánimos y aceleran el ritmo. Voy bastante justo pero me mantengo a su ola. Los portugueses deben ir fundidos porque de repente se paran en seco para beber y estirar. Justo antes de alcanzarles el popel del K2 que va conmigo le dice a su compañero “ahora, cuando les adelantemos, vamos a pegar un esprint para que no se nos peguen a ola”. Me preparo para sufrir. Doy unas cuantas respiraciones fuertes y me echo para atrás para aliviar mis lumbares una vez más antes del cambio de ritmo. Pasamos a los portugueses y me da la sensación de que éstos no tienen intención -o fuerzas- para seguirnos.
Cuando estamos paleando todo lo rápido que podemos escucho un ruido detrás, miro de reojo y veo que son los portugueses que se han caído al agua, ¡qué alivio! Rápidamente se lo digo a mis compañeros de grupo para que no se esfuercen más de la cuenta… y nos permitan recuperar la respiración.

Las cosa se relaja. No vemos a nadie por delante ni por detrás. Quedan 2Km y la regata está hecha. Seguimos animándonos. El veterano dice: “después de aquella curva ya se ve el castillo de Sanlúcar”. Voy cansadísimo y deshidratado. Intento beber agua pero se me ha acabado el litro que llevaba. Sólo me preocupo de mantenerme a ola y moverme hacia adelante y hacia atrás para intentar aliviar el dolor de piernas y culo.

Damos una ligera curva a la derecha y por fin vemos al fondo los pueblos de Alcoutim y Sanlúcar… ¡la meta!


Por inercia y por la emoción de ver la meta aceleramos un poco. A estas alturas ya me da igual. Si yo voy cansado el resto no debe ir sobrado tampoco…

Sólo quedan 500m. Por la izquierda nos adelanta un barco que hace unas olas incomodísimas que nos cogen totalmente de costado. Intentamos guardar el equilibrio mientras seguimos paleando. El K2 tiene problemas de estabilidad, apoyan un par de veces y se quedan un poco atrás. Me pongo a ola del veterano que me vuelve a preguntar -otra vez- si soy senior. Le respondo afirmativamente y me dice que entonces pase por meta yo antes, que no le preocupa. Como él es el que va tirando le digo que no, que pase él y que esté tranquilo que no voy a esprintarle.

Nos acercamos a meta, quedan 100m. Hay bastante público y se escuchan sus ánimos. Me da “cosa” llegar a meta “de paseo” con tanta gente mirando por lo que no puedo evitar acelerar un poco. El veterano, al verme, también acelera. Seguimos acelerando progresivamente pero creo que ninguno de los dos damos el 100%. Yo pensando que no voy a intentar adelantarle habiéndole dicho que no le iba a esprintar y él, supongo, que fiándose de mí. 


Unas últimas paladas fuertes en las que casi me emparejo con él y…

¡¡¡¡META!!!!!

Estoy cansadísimo, deshidratado y dolorido, pero muy contento y orgulloso de haber acabado “entero”. Felicito a mi acompañante por su regata. Meto las manos en el agua y me remojo. Veo a mi padre que sigue haciendo fotos a los que van llegando y en el embarcadero a Elsa y a mi tía Maribel de Ayamonte… ¡qué sorpresa que haya venido! También se acerca mi madre y todas me felicitan y me dicen que lo he hecho muy bien. Me emociono un poco y les digo que he llegado, que lo de “bien” lo dicen ellas que no son muy imparciales…

Me ayudan a bajarme de la piragua y cuando recupero un poco la circulación en las piernas les doy abrazos y besos para agradecerles sus ánimos.


Después de comentar un poco la regata con la gente que conozco de otros años…


Voy a sentarme en la terraza del bar del pueblo donde están instalados mi tía Carmen y mi tío Antonio ¡dando cuenta de unas buenas tapas!

Tengo el estómago revuelto, pero después de tomarme una cervecita con ellos -que me sienta mejor que el isostar- consigo comer también unos huevos fritos con patatas. Hay que reponer hidratos.


Tras comer un poco y contarles cómo ha ido la cosa cruzo el río a Alcoutin para ducharme, cambiarme de ropa y cargar la piragua en el coche. Vuelvo a Sanlúcar en un barquito. Después voy con Elsa a la comida y entrega de premios. Una gran paella y un muy buen ambiente es lo único que faltaba para convencerme de que… ¡habrá que volver al infierno del Guadiana!

Al final hubo “sorpresa” y todo. Mis resultados fueron:

Tiempo Final Villareal-Sanlúcar: 2:41:12 (34Km)

Puesto: ¡¡2º K1 Senior!! 


Lo del segundo puesto es muy relativo… yo siempre digo que salvo que hagas pódium en un campeonato del mundo o en unas olimpiadas, quedar bien o mal en cualquier otra prueba sólo depende de quién se presente. Y si yo he quedado segundo lo que está claro es que los olímpicos y campeones del mundo se olvidaron de venir…

Aunque luego también está el punto de vista mucho más positivo y optimista de mi tío Pepe. Según su teoría he quedado el segundo, del mundo, en mi categoría. y esto es así indiscutiblemente puesto que la participación en esta prueba está abierta a todo el mundo y, de los que decidieron ir, yo quedé el segundo… jejeje.

Creo que me alegré más por Elsa que por mí porque se la veía muy contenta cuando me llamaron para subir al podium. Así que… ¡se lo dedico a ella!


En cualquier caso, al margen de los puestos -que a mí en serio que no me preocupan demasiado-, esta prueba es en la que mejor me he encontrado en todo el año. Fui de menos a más, alcanzando y adelantando a gente, y terminé con el mejor tiempo de las tres veces que he participado. ¡Por tanto me quedo con un muy buen sabor de boca a final de temporada!


Podéis ver las clasificaciones de la prueba en:


Y una gran galería de fotos en:

2 comentarios:

  1. Es casi imposible dar más detalles de este día,muy bien Miguel!...no cabe duda,de que hay que estar muy bien para atreverse a hacer esta prueba y para sufrir en ella,aunque este año te fuera mejor.
    Enhorabuena...puedes estar muy orgulloso del resultado final,y de la medalla de plata!
    Felicidades tambien a la "Peña",que yo se lo importante que es y lo bien que viene siempre y muy bien como siempre el fotografo.FELICIDADES MAQUINA

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    1. Gracias Toño. Fue un gran día y un gran final de vacaciones. Fue duro, sufrí, pero la compañía lo hizo más llevadero.

      Un saludo.

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