Estreno mi “diario” con una crónica o relato de mi debut en el triatlón. En un principió pensé en escribir un par de párrafos más que nada para anotar todos los recuerdos que tenía antes de que se me olvidasen. Pero después la cosa se fue alargando y, una vez que vi el gran reportaje fotográfico que me hizo mi padre, se me ocurrió la idea de publicarlo y compartirlo. Pensé que si a mí me gusta leer crónicas de gente que no conozco, algún raro más habrá al que le pueda interesar leer las "historias" de un desconocido. Vamos allá...
Aprovechando
unos días festivos me he desplazado hasta Sevilla con Elsa y el
coche lleno de trastos, para pasar unos días de relax. Eso sí, para
poder disfrutar de los desayunos bufet, de la Giralda, de la Plaza de
España y del pescadito frito en Triana, antes hay que “ganárselo”
y hacer un poco de deporte. Poca cosa: Sólo hay que nadar 1500m en
el Guadalquivir, dar a los pedales durante 40Km y correr bajo el sol
sevillano unos 10Km. Por si todo esto fuera poco, hay que hacer las
tres cosas seguidas, sin descanso, lo más rápido que se pueda,
rodeado de gente que, curiosamente, tiene el mismo plan que yo y
además, en mi caso, con cero experiencia en esto del
“multideporte”...
Afortunadamente
también se han desplazado mi equipo de “supporters”
oficiales. Como ya he comentado Elsa -que además tiene el mérito de
haber aguantado mis ausencias durante los entrenamientos- y mis
padres que, aprovechando que andaban de vacaciones por Huelva,
deciden acercarse a animarme (o será a asegurarse de que no vaya a
hacer ninguna “locura de las mías”?)...
Sevilla.
CAR de
Piragüismo Isla de la Cartuja.
A las 15:30
me reúno con mis amigos Alberto y Gorka que son los verdaderos
“culpables” de que yo esté aquí a punto de debutar en el
triatlón…
Acaban de
dar la salida a los de la “primera ola” formada por los
triatletas que tienen tiempos acreditados en triatlones olímpicos
inferiores a 2:20. En 30 minutos será la nuestra. Intercambiamos
algunas impresiones, damos un último trago de agua, nos despedimos
de “nuestra afición” (familias) y nos metemos al agua para
calentar. El agua, en teoría, está caliente puesto que no dejan
utilizar neopreno, sin embargo hay bastante gente que se queja de que
está fría. Yo, al meterme, sí que la encuentro fresca, pero creo
que está bien para nadar. Damos unas cuantas brazadas y acabamos de
volver a salir al pantalán, cuando nos llaman para reunirnos antes
de la salida.
Nos metemos
al agua, todos detrás de una cuerda que, supuestamente, levantarán
en el momento de la salida.
Me sitúo
bastante a la izquierda, que es donde menos gente hay, ya que desde
ese lado se alarga un poco el trayecto hasta la primera boya. Estoy deseando suerte a una chica que tengo justo a mi derecha cuando dan un bocinazo que
nos coge a todos un poco despistados. Pongo en marcha el cronómetro,
paso la cuerda por encima como puedo (puesto que parece que no la
levantan) y empiezo a dar brazadas sin saber muy bien si tirar a tope
o salir conservando algo (la inexperiencia).
No salgo a
tope y, aún así, por donde yo salgo no llevo a nadie por delante.
En los primeros metros lo único que me preocupa es bajar el ritmo
sin darme cuenta y que me alcance el grupo. Sin embargo pasan los
metros y no me coge ningún pelotón, ni me pasan por encima, ni me
rompen las gafas, ni me agarran de los pies, ni ninguna de esas cosas
con las que todos los veteranos habían tratado -y conseguido-
asustarme.
Sigo nadando
con bastante cadencia y sacando la cabeza cada varias brazadas para
comprobar el rumbo. Me alegra comprobar que consigo nadar bastante
recto, no voy dando eses y eso que es la primera vez que nado sin la
“cómoda línea azul del fondo”…
Cuando estoy
llegando a la primera boya me encuentro con el pelotón que llevaba a
mi par por la derecha. Yo llego por dentro, pero al girar nos
juntamos todos en un embudo “interesante”. El primer toque me lo
doy (¡casualidad!) con Gorka. El largo que va de la 1ª a la 2ª
boya (más corto) lo damos todos en un pelotón muy masificado. No se
puede ni acelerar ni frenar. Todos vamos al mismo ritmo. En cada
brazada toco las piernas del que llevo delante y también noto como
me va tocando el que llevo detrás. Hay toques, roces y algún golpe,
pero todo con respeto.
Pasamos la
2ª boya y decido abrirme para dar el largo de vuelta a mi ritmo.
Sigo encontrándome cómodo y no fuerzo mucho pensando en la segunda
vuelta y en la larga tarde que me queda por delante. Me pongo “a
ola” de uno que llevo a mi izquierda y nado a su par, un poco
retrasado, hasta la 3ª boya. El tramo corto de la 3ª a la 4ª boya
se me pasa rapidísimo y terminamos la primera vuelta.
Para empezar
la segunda vuelta hay que subir a un pantalán desde el agua y saltar
por el otro lado. Me cuesta subir, hago un poco “la croqueta”
para poder hacerlo. Cuando estoy arriba me da tiempo a ver a mi padre
que está haciendo fotos desde otro pantalán.
Le doy un
grito y salto al agua tratando de que no se me muevan las gafas.
Lo consigo.
Doy unas cuantas brazadas y al pasar cerca de mi padre oigo que me
grita sorprendido “¡venga, que vas de puta madre!”. No estoy muy
seguro de si lo dice en serio o para darme ánimos, porque siempre
que intento mirar para atrás me da la sensación de que llevo mucha
menos gente de la que llevo por delante…
Esta segunda
vuelta se me pasa rapidísimo y, como ya todos vamos más o menos en
nuestro sitio, no hay apenas toques. Nado algún rato a los pies o a
la ola lateral de alguien.
Termino la
2ª vuelta y me cuesta subir por la rampa de salida porque resbala
muchísimo. Decido tirarme al agua y avanzar un metro más agarrando
el fondo y tirando con las manos. Después ya se llega a una alfombra
que no resbala nada y consigo ponerme de pie.
Salgo
corriendo mientras me quito el gorro y las gafas. No voy demasiado
acelerado y voy bien de pulsaciones.
Me acuerdo
de la referencia que tomé para reconocer mi pasillo de boxes y, aún
así, al estar en la entrada de éste, me cuesta distinguir mi bici
con los botes que voy dando.
Intento no
liarme con lo que tengo que hacer y que no se me olvide nada. Lo
primero me calzo unos calcetines, ya que prefiero no arriesgarme a
rozaduras. En ese momento veo que llega Gorka a su box y me pega un
grito de ánimo desde lejos. Después cojo el casco que había dejado
colgado del manillar, me pongo las gafas de sol y, para terminar, me
abrocho el dorsal a la espalda. ¡Todo bien y rápido!
Cojo la bici
por el asiento y salgo corriendo hacia la salida de boxes. En ese
momento escucho a mi madre y a Elsa a las que dedico una sonrisa,
pese a no verlas con claridad. Me alegran sus ánimos.
La siguiente
“prueba” o “reto” que tenía era subirme a la bici sin
problemas, ya que había puesto las zapatillas en los pedales
automáticos y las había enganchado con una goma, como los “pros”, pero sin serlo y sin haberlo practicado más que un par de veces. Como dificultad
adicional, al salir de la transición, hay que subir una rampita por
lo que la bici se queda parada y no puedes dejar de dar pedales para
meter los pies en las zapatillas…
Me subo a la
bici sin saltar, sino en plan conservador, y empiezo a dar pedales,
pisando las zapatillas, hasta subir la cuesta. Una vez que la subo ya
sí meto los pies y me abrocho los velcros. Una de las gomas no se
rompe al dar pedales, pero la cojo, tiro de ella y la rompo con la
mano. Muy bien, ¡hasta ahora ninguna cagada!
Estoy
empezando a “calentar” las piernas y, al pasar por primera vez el
puente del Alamillo, me adelanta Gorka al que se que no voy a poder
seguir, ya que la bici es su fuerte. Le grito “máquina” y nos
despedimos.
En el sector
bici se unen mi total inexperiencia (como en la natación) y el hecho
de saber que es mi peor segmento, ya que apenas lo he entrenado. Por
ello el objetivo que me había marcado previamente era rodar
tranquilo, con cuidado de no hacer movimientos bruscos que pudiesen
provocar toques y caídas (nunca había rodado en grupo y esto era lo
que más miedo me daba), y terminarlo en aproximadamente 1h 30min, a
fin de llegar con piernas para poder hacer la carrera a pie
decentemente. Pero una vez que estás en competición esto es difícil
de llevar a cabo. Cuando me alcanza el primer pelotón me pongo
-evidentemente con cuidado y mirando no cerrar a nadie- a rueda. Van
muy rápido para mí, pero metido en el grupo y agarrado en la parte baja
del manillar, veo que los puedo seguir a un ritmo que, ni mucho
menos, sería el mío si fuese solo. Cuando llevamos un par de
kilómetros oigo un ruido por mi izquierda, miro y es un pedazo
pelotón de 20 o 30 tíos de la primera salida-ola que van como
auténticos tiros. Los que vamos en mi pelotón nos separamos
haciendo cada uno su propia guerra. Algunos consiguen quedarse en ese
pelotón y los que vamos más justos no aguantamos con ellos casi
nada.
Aprovecho y
bebo mis primeros tragos de bebida isotónica. Miro a mi izquierda y,
casi a mi par, llevo a uno al que propongo relevarnos para tratar de
alcanzar a alguien más. Se nos junta un tercero. Durante un rato
vamos dándonos relevos de forma fluida y, la verdad, es que voy
disfrutando de la nueva experiencia de las carreras ciclistas.
Cuando
llevamos unos 20 o 25km empiezo a notar que llevo los isquiotibiales
bastante cargados, pero pienso que no es cuestión de aflojar y
perder el grupo con el que voy. Intento ir con piñones más grandes
y con mucha cadencia para hacer menos fuerza, pero sigo forzando y
pienso que si luego no puedo correr bien, mala suerte, otro día
será. En un momento de relax a rueda trato de tomarme mi primer gel.
Los había pegado con cinta aislante en el tubo horizontal del cuadro
(lo había visto en algún sitio). Al ir a cogerlo veo que está
demasiado pegado, tengo que tirar muy fuerte y, al despegarse de
golpe, lo espachurro y se me cae el gel por la mano y la bici...
¡primera cagada de novato!, estaba tardando mucho, pero al menos no
es grave. Me lamo los dedos como puedo, más que nada para evitar ir
con la mano pegada al manillar durante el resto de la prueba. Visto
lo visto decido no intentar coger el segundo gel y opto por seguir
dándole tragos a la bebida isotónica y al agua que tengo en los dos
bidones.
Llevamos
bastante tiempo en grupo y me doy cuenta de que vamos tirando siempre
los mismos, un chico andaluz que lleva su apellido en el mono,
“Rivero”, y yo. Cada vez que él pasa a tirar, lo animo, le digo
que lleva muy bien el ritmo y que vamos a ver si alcanzamos a algún
grupo de delante. En la tercera vuelta, en la recta que coge el
viento de cara, decido gritar a los de atrás que a ver si pasa
alguno a tirar un rato. Uno de ellos sí pasa y nos da un necesario
relevo.
Pasamos por
meta, queda una vuelta, todavía sigo sobre la bici con bastantes
buenas sensaciones (excepto los isquios algo cargados) y sin mayores
percances. ¡La cosa va bien! Me cruzo con toda mi familia que está
animándome en cada vuelta y les sonrío y saludo. La verdad es que
se agradecen un montón los ánimos de la gente.
En la última
vuelta nos alcanza un grupo muy grande que lleva un ritmo un poco
superior al nuestro y de nuevo esprintamos para unirnos y meternos a
rueda. Yo voy un poco forzado, sobre todo a las salidas de las
rotondas donde el grupo siempre pega un tirón, acelera y se estira
bastante. Aún así conseguimos mantenernos en él hasta el final…
Cuando
quedan unos 100 o 200m de bici decido quitarme las zapatillas (más
fácil que ponérselas). Me quito los velcros,
saco los pies y piso las zapatillas para seguir dando pedales hasta
llegar a la transición. Cuando quedan muy pocos metros para bajarse
grito a todos los que iban conmigo “¡suerte en la carrera!”.
Algunos lo agradecen. Es curioso pero cuando llevas algo más de una
hora compartiendo esfuerzo con la gente, sientes que algo te une a
ellos… Aflojo la marcha, paso una pierna por encima del sillín y
me quedo sobre un solo pedal. Al llegar a la línea echo pie al suelo
y corro por la alfombra. Sin percances. Un par de miembros de la
organización nos avisan de unos escalones que hay que pasar para
entrar en boxes. Mientras me dirijo a mi puesto con la bici en la
mano, repaso mentalmente lo que tengo que hacer en esta segunda
transición. Llego a mi pasillo utilizando la misma referencia que al
salir de la natación, pero ahora en lugar de buscar mi bici me fijo
en los números que hay en los cartelitos.
Engancho el
sillín a la barra, me quito el casco y las gafas, me calzo las
zapatillas de correr -a las que he puesto recientemente unos cordones
elásticos- y me pongo una visera que me ha traído mi madre de
regalo ese mismo día.
Empiezo a
correr rápido, se me acelera mucho el pulso, pero de piernas,
sorprendentemente, me encuentro bastante bien. Adelanto a un par de
tíos mientras corremos por un camino de tierra que pasa cerca de los
boxes del sprint y supersprint. Después de esto hay que subir una
rampa cortísima -8 ó 10 pasos- pero bastante pendiente y ahí es
cuando más sufren mis cargados isquios y gemelos. Digo a un chico al
que adelanto “uf, cómo llevo las piernas” y él resopla, abre
mucho los ojos y simplemente asiente. Tras coger un botellín de agua
en el primer avituallamiento y preguntar por dónde sigue el camino,
decido echar un vistazo a mi reloj para ver el ritmo que llevo. Me
sorprende ver que voy a 4 minutos pelados el kilómetro y decido
aflojar un poco para estabilizar las pulsaciones, ya que sólo llevo
un kilómetro y queda bastante carrera por delante.
Después de
un rato por un camino de tierra, llegamos al parque del Alamillo
donde hay que dar cuatro vueltas. Adelanto
a bastante gente e intento dar ánimos a todos. Primer
paso por meta y me encuentro nuevamente con toda mi familia que me
anima un montón. Ahora sí puedo verlos bien y les saludo con la
mano y les sonrío.
Al pasar la
primera vez por la meta, me empiezo a preguntar dónde dan las
pulseras (3) que hay que coger para acreditar cada vuelta. Miro el
reloj y sigo a un ritmo que me parece que está muy bien después de
la paliza de la bici. Pero sigo preocupado y voy preguntando por las
pulseras a todos los que veo con el peto de la organización. Ellos o
no lo saben o simplemente me dicen “aquí no”… (ja ja ja).
Pienso que ya veo que ahí no, pero me gustaría que me dijeran
dónde. Paso por el avituallamiento, cojo un botellín de agua y doy
un par de tragos, pero a estas alturas empiezo a notar malestar en el
estómago que imagino que será por el cansancio y también porque
cuando entreno nunca bebo ni como nada. Calculo que hoy he tomado
500ml de bebida isotónica y unos 200 o 300ml de agua… quizás
demasiado líquido moviéndose en el estómago. Decido echarme el
resto del botellín por la cabeza. Sigo preguntando si alguien sabe
dónde dan las gomas y, por fin, un triatleta de la 1ª salida, al
que adelanto, me dice que es justo donde he entrado al parque. Me
quedo tranquilo al llegar y coger, por fín, mi primera pulsera-goma.
En el resto
de las vueltas consigo mantener más o menos el mismo ritmo, aunque
cada vez noto más revuelto el estómago. Me alegra ver que, durante
las vueltas que doy en el parque, no me adelanta nadie y en cambio yo
sí que adelanto a bastante gente.
El hecho de dar vueltas a un circuito se hace duro mentalmente pero, como contrapartida, en el segundo y
tercer paso por meta sigo recibiendo ánimos de mi familia y también
de Sandra y Coral, las parejas de mis amigos. Se lo agradezco todo lo
que el cansancio me permite. Se me empiezan a hacer largos los 10km y
me llega el oxígeno suficiente al cerebro para pensar que menuda
paliza mortal debe ser hacer un medio ironman
o un ironman completo…
Alcanzo a
Gorka, que me había dejado atrás en la bici, y le digo “pégate a
mí”. Se pone detrás de mí y durante unos 200m escucho sus pasos.
Después dejo de oírlos y supongo que haya seguido a lo suyo (más
tarde nos enteramos que tuvo un error en el circuito de bici y, sin
querer, se saltó parte de una vuelta). A Alberto, que no lo había
visto en toda la prueba, lo veo de lejos en una de las vueltas. Está
parado estirando el gemelo, pero me alegro mucho por él porque
parece que va a poder terminar, pese a unas molestias que tenía que
le hacían dudar de ello.
Por fin, y
tras apretar todo lo que puedo en la última vuelta, llego a la
última curva donde está mi padre haciendo fotos. Me grita que lo he
hecho muy bien y yo, quizás un poco tontamente, me siento orgulloso.
Mentiría, aunque quedase bonito, si dijera que en ese momento pensé
en que el simple hecho de que yo practique deporte y lo disfrute
tanto, se lo debo a él, ya que me lo inculcó desde pequeño,
siempre me sirve de ejemplo y además me ayuda todo lo que puede a
practicarlo. Sin embargo, aunque es totalmente cierto, en ese momento
no estaba yo para pensamientos metafísicos ni trascendentales…
Encaro la
recta de meta. Aprieto los dientes y acelero todo lo que mi corazón
y piernas me permiten. Llego a la alfombra roja y escucho aplausos y
ánimos. Doy las gracias a la gente con gestos y levanto los brazos
sonriente y feliz. Veo a mi madre con cara de felicidad y a Elsa, a
quien a duras penas logro chocar la mano justo antes de entrar bajo
el arco de meta.
Mi cara lo
dice todo... RETO SUPERADO!
Cuando estoy
recuperando el resuello y se acercan mi madre y Elsa para
felicitarme, no puedo evitar emocionarme un poco…
Los tiempos,
según mi reloj -me fío más de él que de los de la organización,
porque yo sé exactamente cuándo di a los botones- han sido:
- Natación = 27:14 (en la clasificación oficial 25:19, puesto 88º de unos 400 participantes entre ambas salidas).
- Bici + T1 = 1:10:39 (1:14:17, 256º).
- Carrera + T2 = 39:53 (38:37, 68º).
- TOTAL = 2:17:46 (2:18:13, 138º).
Me ha salido
un primer triatlón MUCHO mejor de lo que tenía pensado. Yo había
calculado, de forma realista y en función de tiempos y ritmos en
entrenamientos, que me llevaría unas 2h 35´ siendo optimista o 2h
45´ si la cosa no se daba muy bien… así que encantado de haberme
equivocado.
Conclusiones:
- Que me ha encantado este deporte. La variedad (tanto en los entrenamientos como en la competición) hace que sea muy divertido.
- Que pienso seguir disfrutando de él. Ya estoy enganchado.
- Que tengo que entrenar -mucho no, muchísimo- la bici.
- Y que -esto ya lo se por otros deportes que practico y en los que compito- el ambiente entre los participantes y toda la gente que anima en estas cosas es lo mejor con diferencia.
El equipo de
“finishers” y "supporters" al completo:
Fotos cortesía de fotoyos.blogspot.com
Buenísima crónica,acompañada de reportaje fotográfico de un profesional de la cámara...te seguimos "maestro"...espero estar en alguno,antes de hacerme mayor!
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