En Santander me quedé con
la espina clavada de no haber podido, al menos intentar, rebajar mi marca de
media maratón. Llevo todo el año pensando en que estoy en mejor forma que el
año pasado, pero todavía no he podido demostrármelo en ninguna carrera.
Por eso, cuando Toño
nos propuso apuntarnos a la Media Maratón de Santoña dije rápidamente que sí.
Santoña, además de ser muy bonito, es completamente llano (dejando de lado el
Buciero por el que no pasaba la carrera) por lo que era el sitio perfecto
para intentar de nuevo rebajar mi 1:24:54.
Durante todo mayo estuve
haciendo muy buenos entrenamientos (para mi nivel, claro). De carrera, como
siempre, lo justito: 3 días a la semana y unos 35Km. Lo malo es que, dada mi situación personal actual, 2 de los 3
entrenamientos me vi obligado a hacerlos en cinta, que es aburridísimo. El fin
de semana me desquitaba corriendo la tirada larga con Elsa por sitios siempre
muy entretenidos y bonitos (cualquiera lo es en comparación con un gimnasio). A medida que se acercaba la fecha me encontraba muy bien física y anímicamente.
Semana previa a la
carrera, todo el trabajo hecho, sólo quedaba descansar. Todo demasiado
perfecto…
El jueves, para mover
un poco las piernas, decidí hacer algo de bici estática en el gimnasio a mi
aire, silbando “a lo verano azul”. Sin embargo cuando llegué al sitio de las
bicis me sorprendió que habían desaparecido. Le pregunté a un monitor y me dijo
que habían bajado todas las bicis a la clase de spinning porque, como había una
celebración por el 10º aniversario del gimnasio (o algo así), iban a hacer una clase
especial de “2 horas seguidas, con 4 profesores muy molones, y música muy muy
cañera”.
Traté de sonreír
mientras pensaba que menuda castaña la “superclase molona”. Aun así entré porque quería hacer algo que no fuera correr.
Pensaréis que ya está, que el poco espabilado de Miguel se pegó una paliza en
la bici durante las 2 horas, que acabó con las piernas machacadas, y que a
causa de ello hizo un medio maratón pésimo. ¡Ojalá hubiera sido eso!
Lo que pasó en la
“superclase” es que, como éramos tropecientos y la madre, habían puesto el aire
acondicionado a tope, pero A TOPE. Por los tubos del aire salía una especie de viento
polar huracanado. Al principio no te dabas mucha cuenta, incluso hacía gracia “el
fresquito” en la cabeza, pero cuando yo me retiré prudentemente después de
haber dado pedales durante 45 minutos suaves creo que tenía escarcha en las
pestañas. En Madrid, con temperaturas veraniegas, y que mi cuerpo me pidiese
una ducha bien caliente lo dice todo. ¿Resultado? me pillé el catarrazo del
siglo dos días antes de la carrera. Después de un invierno con cero resfriados
y gripes, llegué a la noche anterior a la carrera con fiebre. Perfecto.
Desánimo absoluto por el malestar físico y por una 2ª media maratón consecutiva
entrenada decentemente abortada a la fuerza.
Al levantarme el día de la carrera, pensé en
que no podría hacerla ni “de paseo”. Pero justo antes de salir de casa decidí
ponerme la ropa de correr para ver si podía, al menos, acompañar a Elsa que
sabía que iba a hacer una buena carrera (había visto lo bien que iba en los
entrenamientos).
Fuimos con mis padres
en coche y en Santoña nos reunimos con el resto del equipo: Iván, el hermano de
Elsa y Toño, su padre.
Iván, después de una
noche ejerciendo de padre, con lloros y biberones, iba a tomárselo con calma. Pensaba ir con el globo
de 1h50´. Toño, muy contento con su “nuevo peso” y sus últimos entrenamientos, iba a arriesgar e intentar acercarse a la 1h40´. Y Elsa, modesta como siempre,
también decía que iba a ir con el globo de 1h40´ y apretar un poco al final si
se veía con fuerzas.
El día espectacular.
Sol y calor. Demasiado calor incluso. Y un montón de gente en la línea de
salida porque nos juntábamos los de la media y los de los 10Km.
Salimos muy tranquilos pegados al globo de 1h40.
Una vez que Elsa y yo nos hicimos un poco de hueco la sugerí que dejase atrás
al globo porque la veía demasiado cómoda. No quería agobiarla, la carrera era
cosa suya, pero es que realmente se la veía de paseo y el tiempo que se pierde al principio luego es muy difícil de recuperar.
Desde ese momento puso velocidad de crucero y los kilómetros iban cayendo entre 4:30 y 4:40. Un muy buen
ritmo. Incluso me arrepentí de haberle dicho nada al principio porque tenía
miedo a que se estuviese pasando. Pero ella me insistía todo el rato en que iba
muy bien.
En todos los
avituallamientos yo le cogía las botellas de agua y, una vez había bebido,
la refrescaba salpicándole por la espalda para aliviar el calor. Ya que no
podía correr bien al menos intentaba ayudar lo máximo posible. De vez en cuando
a mí me entraban ataques de tos. Debía dar pena verme, la gente pensaría en que
iba en las últimas.
Precioso el tramo del
paseo marítimo donde nos encontramos con mis padres animándonos.
Al dar el giro de 180º
vimos que Toño iba muy bien colocado con el globo de 1h40´. Y nos saludó muy
contento.
Después salimos de
Santoña por la carretera que va hacia
Argoños. Llana total y bonito paisaje de marismas a ambos lados. En esta parte
empezó a pegar un poco el viento y yo trataba de que Elsa se pusiera detrás de mí
para protegerse. A ratos lo conseguí, aunque no lleva muy bien lo de “ir a rueda”.
Al dar otro giro vimos
que Toño se había descolgado del globo de 1h40´y se le veía que empezaba a
sufrir. A Iván le vimos un poco después y él sí que parecía ir muy cómodo en un grupo muy numeroso con
el globo de 1h50´, según su plan.
Al pasar junto a la
meta ya nos quedamos sólo los que estábamos corriendo la media maratón. Y menos mal, porque Elsa llevaba un rato picada con una chica que, según nos
dimos cuenta en el kilómetro 9 cuando empezó a esprintar, corría los 10Km.
La tercera vuelta era
la más larga. Volvimos a pasar por el paseo marítimo donde seguían mis padres
dándonos unos siempre necesarios ánimos.
Elsa seguía a muy buen
ritmo y diciéndome, cada vez que yo le decía que se guardase algo para el final, que iba muy bien aunque las piernas ya se empezaban “a notar”.
Faltaba la
parte más dura (al menos psicológicamente) de la carrera: la ida y vuelta a
Argoños y el “rodeo” por el polígono de Santoña.
Por la carretera pegaba
ya bastante viento, por lo que seguí intentando “tirar” de Elsa todo lo
posible. Ella siguió corriendo muy bien, íbamos adelantando
poco a poco a gente y nadie nos adelantó a nosotros. Del Kilómetro 12 al 17
mantuvimos unos ritmos de 4:40/Km. En el tramo de vuelta volvimos a buscar a Toño e Iván. Toño había perdido terreno, iba un poco por detrás del globo de
1h45´. El calor le estaba afectando mucho.
Iván seguía como un reloj con el
globo de 1h50´. Creo que le podía haber pedido llevarlo un rato.
Llegamos al kilómetro
18 y grité a Elsa: “¡esto está hecho!”, ella seguía concentrada, sin apenas
hablar y apretó algo más el ritmo. La vuelta a las naves conserveras del
polígono se nos hizo un poco larga y pesada pero, pese al cansancio, Elsa ya iba en
“modo finish” a un ritmazo de 4:30-4:35/Km.
Al volver a las calles
de Santoña pegó un cambio que si me despisto me descuelga. Miraba
cada dos por tres su reloj calculando si iba a poder rebajar su marca o no. La
cosa iba a estar justa…
Entramos en la recta de
meta con mucho público a ambos lados. Ella esprintando a tope y yo tratando de
que no me dejase atrás. Me sorprendió cuánto tiempo aguantó Elsa ese ritmo
altísimo que llevaba (íbamos por debajo de 4:00/Km). Un chico al que habíamos
alcanzado se puso a esprintar para ganarnos. ¡Me tuve que hacer un poco de
hueco para que no me dejase sin la foto llegando a meta con Elsa!
Tiempo neto final…
¡¡1h36´47´´!!
¡Nueva mejor marca personal
de Elsa en media maratón! Fue una llegada tan al límite que no había habido tiempo ni para
emocionarse. Por ello, una vez nos recuperamos un poco, nos abrazamos mientras
le dije que menudo carrerón había hecho y que menuda máquina estaba hecha. Finalmente
quedó la 7ª mujer absoluta, 4ª senior… ¡rozando el pódium otra vez como en
Santander! Enorme mérito el suyo.
No pude disfrutar del
momento mucho más. Al quedarme parado y enfriarme empecé a toser mucho y me
tuve que ir rápidamente a cambiarme de ropa sin esperar a ver entrar al resto
del equipo…
Pero todos cumplieron
con “lo acordado”. Toño salió a arriesgar y no pudo conseguir la marca que
buscaba. Pero no pasa nada, hay veces en las que hay que salir con ambición y
arriesgar en carrera. Así te llegas a conocer mejor, encuentras tus límites.
Además sin arriesgar es difícil, o imposible, conseguir buenos tiempos o
records personales. E Iván perfecto, lo clavó. Hizo exactamente la carrera planeada que, por otro lado, es la que sus circunstancias actuales le permiten
hacer. Muy bien.
Yo, por mi parte, creo
que voy a dejar de competir y me voy a dedicar a ser “liebre” profesional. Se
escuchan ofertas. Abstenerse keniatas, marroquís y, en general, cualquiera que corra mucho, ¡por razones obvias!
Disfruté de un gran
día de deporte en familia y, sobre todo, de acompañar a Elsa en el carrerón
que se marcó. Siempre es un placer.
El track de la prueba:
Las clasificaciones:
Galerías de fotos:
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