miércoles, 17 de julio de 2013

XXIII Ascenso-Descenso de la Ría de Plentzia

Ha llegado el momento de volver a coger la piragua que, lamentablemente, la tengo un poco olvidada. A causa de los horarios de trabajo, las distancias y los atascos de Madrid no tengo tiempo para entrenar piragüismo. Intento aprovechar los fines de semana para remar pero, evidentemente, en dos días no se puede recuperar lo que no has entrenado de lunes a viernes…

Entre semana me dedico a correr y nadar lo que me mantiene en forma pero claro, cada vez que me siento en la piragua no tengo ni la soltura -equilibrio-, ni la fluidez técnica, ni la fuerza, ni la resistencia muscular para “tirar” de la pala. Es decir, que no ando "ni pa trás".
En cualquier caso nunca he sido un Veras Larssen de la piragua, por lo que tampoco tengo “presión” -ni siquiera por mi parte- por lograr buenos resultados...

Como buen deportista aficionado -y del montón- la clave está en disfrutar. Y montar en piragua -más rápido o más lento- me hace disfrutar mucho. Además, con la llegada del buen tiempo, me apetece más todavía volver a dar paladas deslizándome en mi K1. Es una sensación que quien no haya remado nunca no entenderá, pero para los que la conocemos y disfrutamos desde hace tiempo es casi una “necesidad”.

Este año sólo he hecho una competición de piragüismo, y fue en ¡marzo!. Quedé el 20º de 48. Desde entonces no he vuelto a competir. Ahora que se acerca el Descenso Internacional del Sella -prueba que nunca me quiero perder- tengo que intentar entrenar y ponerme un poco a tono para al menos poder completar decentemente los 19Km que separan Arriondas de Ribadesella.

Con esa idea me desplacé el fin de semana a Santander y, casualidades de la vida, me enteré que precisamente ese mismo sábado varios miembros de mi club iban a acudir al Ascenso-Descenso de la Ría de Plentzia. Además, mi padre también tenía pensado ir para hacer unas fotos, con lo que la cosa estaba clara… mi primer entrenamiento, tras 20 días sin tocar una piragua, iba a consistir en pegarme una buena paliza en una travesía de unos 10Km.

Es una competición que conozco de otros años y la verdad es que siempre me ha gustado. Tiene una salida vistosa y “movidita” desde una playa. Después hay que superar un espigón y ascender por una ría. Se recorren unos 6Km hasta llegar a una boya y se vuelve a bajar por la ría hasta el pueblo de Plentzia donde está la meta.


Sábado 6 de julio de 2013

A las 14:30, tras cargar las piraguas en el remolque del club, salgo en coche con mi padre dirección Plentzia. Al final se han animado a venir también mi “club de fans” al completo, es decir, mi madre y Elsa.

El resto de gente de mi club que va a competir (Guridi, Sordo, Joaquín, Sabina, Inma y “Bily”) van en la furgoneta con las piraguas.

Llegamos sobre las 15:30 y voy directamente a la sede del club organizador para recoger dorsales, hacer unos cambios de última hora en las inscripciones, etc. Una vez hechos los trámites me piden que me quede a la reunión de delegados que está a punto de empezar.

Nos explican el orden de salida, el recorrido, el sentido de giro en la boya y la ubicación de la meta. Por último nos dicen que todas las categorías saldremos a la vez, en una única salida, a las 16:30.

Me dirijo a la furgoneta, que acaba de llegar. Reparto los dorsales asignados a cada uno y les explico brevemente todo lo que me acaban de contar. Hago una revisión de mi piragua y bomba de achique, bebo unos últimos tragos de agua, me despido de mi familia y me voy al agua a calentar. Bueno, más que a calentar, voy a reaprender a montar en piragua… ¡que malas sensaciones en las primeras paladas!

En la ría donde me he subido hay mucho oleaje a causa de unos barcos que acaban de pasar y la verdad es que tengo una sensación de estabilidad un poco “justa”. Tras un par de minutos dando paladas empiezo a encontrarme un poco más cómodo. Hago un cambio de ritmo a modo de simulacro de salida y… “vale Miguel, déjalo que te quemas antes de empezar y te están adelantando hasta los caracoles de la orilla”.


Tras una última parada, para estirar y eliminar el “exceso de hidratación”, me dirijo hacia la playa donde darán la salida.

Al pasar junto al espigón veo a mi familia y mi padre me grita que tenga cuidado al salir a la playa. La verdad es que hay un poco de mar de fondo y entran unas olas que hacen complicado salir a la orilla.


Intento aprovechar el espacio entre dos olas pero me adelanto demasiado, cojo una ola “sin querer” que hace que se me cruce un poco la piragua y estoy a punto de probar el agua antes de empezar… pienso que ¡peor será dentro de un rato cuando den la salida!

Soy de los últimos en llegar, ya están casi todos colocados. Busco donde están los de mi categoría -Senior K1- y tengo que pedir que me dejen un hueco. Me sitúo entre Joaquín, de mi club, y un chaval de Getxo que conozco de vista de otras pruebas.


Cuando estamos esperando vemos que hay dos competidores que todavía están acercándose a la playa. Uno logra salir bien a la orilla. Sin embargo el otro se desequilibra y se cae al agua. Está bastante lejos y tarda un buen rato en conseguir salir… pienso que menuda paliza se está dando peleando con las olas y la piragua llena de agua, ¡y antes de empezar!


Se va acercando la hora de la salida y la gente empieza a ponerse nerviosa. Todos estamos esperando el aviso de los jueces con la pala en una mano y la piragua agarrada por la bañera en la otra.


De repente, sin previo aviso, se escucha al juez de salida gritar por el megáfono: “Piragüistas: preparados… ¡ya!”.

Como siempre, en el “pirag…” ya hemos salido todos en estampida. Se monta un follón increíble. Todos corremos hacia el agua. Escucho gritos, golpes de piraguas y palas y chapoteo en el agua. El que tengo a mi derecha se monta en la piragua justo cuando llega una ola y vuelca. Joaquín, a mi izquierda, también tiene problemas para subirse. Yo, con sangre fría, espero a que pase la ola para subirme.


Me siento rápido en la piragua e intento encontrar hueco para meter la pala y poder impulsarme entre el atasco de piraguas. Una vez que me separo un metro del tumulto trato de dar paladas rápidas para salir antes de que llegue la siguiente ola.


Pero es imposible, veo que se me ha echado encima y está rompiendo. Me inclino hacia atrás para tratar de levantar la proa y cuando la ola está a punto de golpearme me tenso para resistir el “empujón”. 


Me entra un montón de agua por la bañera. Doy unas paladas fuertes y me preparo para atravesar una segunda ola que también está a punto de romper. Lo mismo, me inclino para atrás y me preparo para el remojón… esta segunda ola es más grande y me “estalla” contra el pecho y la cara.


Después de atravesarla resoplo para coger aire mientras doy paladas. Veo a varios que se han caído agarrados a sus piraguas.


Acelero y consigo pasar por encima las siguientes olas antes de que rompan.


Llego al giro del espigón y veo a más gente que ha volcado tratando de alcanzar las rocas para volver a embarcar. Me desequilibro un par de veces a causa de lo “movida” que está el agua y tengo que hacer algún apoyo.


Escucho a mi madre animándome justo cuando entro por la ría. Se terminan las olas. He conseguido pasar. Ahora ya no se trata de “sobrevivir” encima de la piragua sino de intentar coger el ritmo más rápido posible y buscar buenos grupos para el resto de la prueba.


Sin embargo, no consigo acelerar demasiado. Siento que cada palada me cuesta mucho más de lo normal. Sé que estoy poco entrenado pero es una sensación exagerada. Echo un vistazo a mi bañera y me percato del motivo. A causa las olas de la playa me ha entrado muchísima agua en la piragua. Llega hasta la altura del asiento y hace que la piragua pese como un plomo.


Tengo dos opciones. Una: pararme en la orilla a achicar. Y la otra: seguir remando mientras trato de vaciar la piragua con la bomba de achique que acciono con los pies. La primera opción tiene como desventaja que pierdo tiempo. La segunda tiene el inconveniente de que vaciar la enorme cantidad de agua con la pequeña bomba me va a llevar mucho tiempo. Además es incómodo remar y manejar el timón mientras voy pisando rítmicamente la bomba. Aun así opto por la segunda opción, “tardaré un montón en conseguir sacar todo el agua pero voy a sacar ventaja a los que tengan que parar a achicar”.

Sigo tirando una burrada en cada palada para conseguir mover la piragua a un ritmo aceptable. Miro a mi derecha y me alcanza una chica joven que va resoplando y lleva una cadencia de palada altísima. Pienso que no voy demasiado rápido.

Intento seguir concentrado en lo mío. Por la izquierda me adelanta un K2 de veteranos que en ese momento van debatiendo también si parar a achicar o no. El proel zanja la discusión diciendo que si paran “adiós carrera”. Me pego a su ola derecha lo que me ayuda incrementar un poco el ritmo. En cada palada, al “pedalear” haciendo fuerza contra el reposapiés, voy pisando la bomba de achique. Hay muchos litros que achicar y la cosa va despacio, chorrito a chorrito…

Llego junto al K2 de veteranos a la altura del pueblo donde hay muchos barcos fondeados. Hay que hacer un poco de “slalom” entre ellos. El proel del K2, no sé si para librarse de compañía o porque le parece el mejor camino, pasa por un sitio muy estrecho, entre una boya grande y un barco. Como no entramos los dos a la vez me arrimo a ellos demasiado y estoy a punto de golpear con mi proa la pala del popel que me mira de reojo. Decido evitar golpes y conflictos y me dejo caer a su popa para pasar en fila india.

Nada más pasar por el “embudo” aceleran y no consigo volver a subir a su ola. Me mantengo unos metros detrás pero tengo que esforzarme al máximo y decido “soltarme” ya que estamos empezando y no quiero quemarme nada más empezar.

A mi izquierda llevo a un par de K1 y me uno a ellos. Se pone a tirar un chaval joven mientras yo, a su ola derecha, sigo afanándome en darle a la bomba todo lo que puedo. Sigo con muchísimo agua.

Pasamos bajo un puente desde donde alguien anima en vasco a uno de mis acompañantes. En ese momento nos alcanza y adelanta como una moto un K2 de Villaviciosa que han debido tener problemas al embarcar o han parado a achicar ya que este no es “su sitio”. Van a tope, yo ni hago el amago de ir a por ellos. Sin embargo mis acompañantes sí que pegan un fuerte cambio de ritmo para intentar cogerles la ola. Me quedo sólo y veo como a los pocos metros el K2 deja atrás, desfondados, a mis antiguos acompañantes.

Me adelanta otro K2 a buen ritmo y a su ola va “Keko” Calderón -piragüista que fue olímpico en Atlanta 96-. Le pego un grito de ánimo.


Por delante de mí se forma un grupo de 4 K1´s. Dos de ellos creo que son chicas. Decido hacer una serie fuerte para ver si los alcanzo. Me esfuerzo todo lo que puedo. Voy pensando “venga Miguel, como si fuera un 1000m a tope y luego descansas a su ola”. Voy muy alto de pulsaciones y me noto justo muscularmente, pero les recorto terreno. Al llegar a una curva de la ría con bajo fondo las paladas se hacen más duras todavía pero consigo llegar a la popa del que cierra el grupo, en la “V”. Un par de paladas más y me “subo” a su ola izquierda, justo a la popa de la chica que va a la izquierda del que tira del grupo.

Consigo relajarme y recuperar un poco pero por poco tiempo. Hay un fuerte cambio de ritmo para romper el grupo y todos intentamos salir detrás del que ha pegado el tirón. Otra vez me veo peleando en las olas y contraolas traseras. Noto el agua “durísima”. Entre los bajos fondos, mi piragua “lastrada” y un viento de cara que pega en este tramo lo voy pasando muy mal. Sin embargo el grupo se vuelve a estabilizar y consigo meterme en la “V”. Por primera vez en la regata puedo “descansar” un poco. Sólo tengo que ir pendiente del timón y del equilibrio puesto que las olas de las tres piraguas que me preceden me llevan “en volandas”. Sigo afanándome con la bomba de achique… “¡venga, que igual antes de cargarla en el remolque para volver a Santander ya la he vaciado!”

Pasan un par de kilómetros en los que seguimos a ritmo constante y yo voy cómodo. Empiezo a escuchar unas respiraciones forzadas y el chapoteo de unas paladas que se nos acercan por detrás. Echo un vistazo sobre mi hombro y veo que es un K2 de veteranos. Nos alcanzan pero no se quedan con nosotros, pegan un acelerón para pasarnos por la izquierda. De nuevo cambios de ritmo y prisas en el grupo para intentar coger su ola. Al estar en la “V”, “encerrado”, soy el peor parado y me quedo a segunda ola junto a una chica que, a juzgar por la escasa ola que forma, debe ser muy ligera. Por ello, para seguir al ritmo del grupo tengo que esforzarme más que el resto. Lo empiezo a pasar muy mal, tras unos 500m a tope me empiezo a quedar atrás. No tengo ritmo. Soy consciente de que ese era un grupo en el que me tenía que haber mantenido.

De nuevo estoy sólo. Intento no desanimarme. Me concentro en palear con la mejor técnica posible y en terminar de achicar el agua. Parece que ya va quedando menos y se agradece la reducción de peso. No llevo el GPS pero creo que, pese a ir sólo, empiezo a ir a un ritmo mínimamente decente.

Doy un giro a la derecha y me cruzo con el grupo cabeza de carrera que ya ha dado la vuelta y se dirige, ría abajo, hacia la meta. Es un grupo formado por 3 K2 y 2 K1. Los K1 son Borja Estomba y Xabi Ossa.


Sigo esforzándome para no perder mucho ritmo pese al cansancio que a estas alturas empiezo a tener. Noto cansados los dorsales y los trapecios. Delante sigo llevando a los que me dejaron atrás y consigo que no se distancien demasiado. Pero tampoco puedo recortarles distancia.

Me cruzo con el segundo grupo de carrera en el que distingo, entre otros, a mi compañero Guillermo y a Marco, de Unquera.


Por fin llego a la boya en la que hay que dar la vuelta. Me abro para trazar bien el giro y pego un timonazo en el último momento. Me animo, ya sólo queda la bajada. Aprovecho para fijarme en los que llevo por detrás. Me sigue muy de cerca un “local” del club de Plentzia que va respirando-resoplando bastante fuerte.

En la bajada llevamos el viento a favor por lo que voy más ligero de palada tratando de subir la cadencia. Me voy cruzando con mucha gente conocida a la que intento animar. José Mari y Ana de Castro, Joaquín, Javi y Sabina de mi club, “Pete” y Fran del Multisport… 



Me alcanza el piragüista “local” que me perseguía. Al ponerse junto a mí me dice muy amablemente y con acento vasco: “Apa ahí, pégate a mí que nos quedan sólo 4.000m”. Me pongo a su ola izquierda y aprieta el ritmo. Hace buena ola y, dentro de lo cansado que voy, me encuentro cómodo. Por delante llevamos a 3 K1. Entre ellos reconozco a Alejandro, de Castro. Poco a poco les vamos recortando.

Mi compañero va animándome continuamente y diciéndome la distancia que nos falta hasta la meta. “Desde esa curva 3000m”. Le doy un relevo pero voy muy justo por lo que no tarda demasiado en volver a pasarme. En ese momento intenta hacer un cambio de ritmo para despegarse de mí pero esforzándome al máximo, concentrado en no caerme de su ola y con el viento a favor, logro mantenerme junto a él.

Nos alcanzan 2 K1. Uno de ellos es el chaval de Getxo que tenía junto a mí en la salida. Van a un ritmo superior al nuestro y pego un corto sprint para unirme a ellos. Yo consigo mantenerme en el nuevo grupo pero el piragüista de Plentzia que venía conmigo, pese a que veo que se esfuerza a tope, poco a poco se queda atrás.

Cuando quedan unos 2000m alcanzamos a Alejandro. Somos cuatro. El ritmo es alto para mí pero no vamos a tope. Ya se está preparando el sprint final. Pasamos por debajo de un puente en el que animan mucho a uno de los que va conmigo. A lo lejos ya veo la “corchera” y las boyas de meta. En la orilla parece que hay buen ambiente y bastante público.

El primero en lanzar el ataque es el de Getxo. Se abre a la derecha y pega un hachazo para intentar que no le cojamos la ola. Al que animaban en el puente y yo nos esforzamos por seguirle. Veo que Alejandro se queda justo detrás de mí. Llego a mi máximo de pulsaciones, no puedo, tengo que aflojar un poco y se me marchan. Alejandro se pega a mi ola con la intención de disputarme el sprint. Le escucho la respiración muy acelerada.


Cuando quedan unos 200m incremento el ritmo de forma gradual mirando de reojo para asegurarme de que no me remonte la ola. Me voy acercando y voy a tope. Acelero la cadencia todo lo que puedo. Miro una última vez a mi izquierda y no veo que enseñe proa. Me relajo un poco. Escucho a mi madre y a Elsa animarme desde la orilla.

Unas últimas paladas y… ¡entro en meta!


Recupero la respiración. Tengo los dorsales y los trapecios muy cargados. Estiro un poco como puedo. Aunque la prueba no se me ha hecho demasiado larga estoy cansado. Sobre todo muscularmente. 

Doy la vuelta para acercarme a saludar a mi familia.


Decido quedarme un rato junto a la meta para ver a los que van llegando y disfrutar un poco del momento. Cuando llegan Ana y José Mari de Castro me acerco a ellos para comentar qué tal ha ido la regata. Me dicen que bien pero Ana llega con un antebrazo muy agarrotado y sin sensibilidad en los dedos. Le doy un pequeño masaje. Consigo que se sienta mejor y me lo agradece.


Poco a poco bajo hacia la playa charlando con la gente que me voy encontrando. Al llegar, en la misma rampa donde desembarcamos, aprovecho y me doy un chapuzón para aliviarme del calor y relajarme…

Buena toma de contacto con la piragua, ¡al final me he pegado un buen “entrenamiento de calidad”!


Mi tiempo final ha sido: 57:32. La distancia aproximada -se me olvidó el reloj-gps- unos 11Km.

Puesto 39º de 106 incluyendo todas las categorías y embarcaciones -K1 y K2-.

Podéis ver la clasificación en: Clasificación Plentzia

En realidad mi tiempo es muy mejorable. No remé nada bien. No tuve ni fuerza ni fluidez de paleo. Pero bueno, el milagro habría sido encontrarme rápido. He disfrutado y por lo menos me he sentido dentro de competición “peleando” con otros. Eso es lo importante.

A ver si puedo seguir entrenando y mejorando un poco que… ¡falta menos de un mes para el Sella!



Fotos cortesía de Fotoyos.
http://fotoyos.blogspot.com


1 comentario:

  1. Está bien. "No hay mejor comentarista que el protagonista" (Se me acaba de ocurrir).

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