Aprovechando
mis vacaciones en Ayamonte me propuse participar, por tercer año consecutivo,
en el Ascenso del Guadiana. Es una prueba cuyo recorrido discurre entre la
localidad de Villa Real de Santo Antonio, en Portugal, y la de Sanlúcar de
Guadiana, en Huelva, 34Km río arriba. Dicen que es la prueba de piragüismo más
larga que se disputa en la Península. Además tiene el inconveniente adicional
de no tener porteos donde bajarse de la piragua para aliviar las piernas y el…
culo. La gente que participa -de clubs andaluces y portugueses
principalmente- la suelen llamar “El Infierno del Guadiana”…
Este año, a
diferencia del pasado, aproveché el mes previo para entrenar bastante. Tuve la
suerte de que la prueba coincidió al final de mis vacaciones y, por tanto, tuve
tiempo libre para remar. Nada del otro mundo, pero por lo menos pude hacer unas
cuentas tiradas largas en piragua. El año pasado me presenté en la prueba sin haber remado prácticamente nada el mes anterior y para colmo nos tocó un día durísimo con
viento y olas en contra durante todo el recorrido. Mi falta de entrenamiento y
las duras condiciones que hubo hicieron que se convirtiera en la competición en
la que más he sufrido en toda mi vida. Por mi cabeza rondó incluso la idea de
retirarme. Milagrosamente conseguí llegar a meta, eso sí, completamente
“apajarado” y dolorido. Al bajarme de la piragua sólo pude tumbarme sobre un
banco hasta recuperar, poco a poco, la “consciencia”. En aquellos momentos,
como me consta que le pasa a mucha gente cada año, estaba más que convencido de
no volver a pasar voluntariamente por la misma tortura. Sin embargo…
Sábado 21 de
septiembre de 2013
Siguiendo la
tónica de todas mis vacaciones, me meto un buen desayuno “tipo anuncio”. Esto
es: al aire libre, con una mesa repleta de comida variada y con los primeros
rayos de sol dándome en la cara. Muy duro.
Como la
salida es a las 11:30 hora portuguesa (12:30 nuestras) y estoy a tan sólo 20
minutos de Villa Real en coche, aprovecho y doy un paseo relajado por la playa
con Elsa mientras hago la digestión.
Al llegar a
casa repaso el material que tengo que llevar: licra, camiseta de tirantes,
visera, bolsa de camelback, agua, bebida isotónica, plátanos, geles de
hidratos, pala y piragua.
Se da la
feliz coincidencia de que tengo un gran grupo de “animadores personales” que me
van a acompañar: Elsa y, recién llegados, mis padres y mi tía Carmen que se han
plantado en Ayamonte aprovechando las “vacaciones permanentes” que mi tía acaba
de estrenar. Creo que lo llaman jubilación, algo que existía antiguamente y que
los de mi generación veremos, como mucho, en las películas.
Cargamos
todo en el coche y salimos los 5 rumbo al extranjero… a 15Km, atravesando el
puente sobre el Guadiana.
Nada más
llegar a Villa Real de Santo Antonio nos dirigimos al paseo, frente al club
marítimo, donde todos los años dan la salida. Paso a recoger mi dorsal y el
chico del patronato municipal de deportes de Ayamonte, al reconocerme, me da
directamente mi dorsal deseándome suerte. ¡Así da gusto!
Descargo mi
piragua, la poso en el césped de un parque y me pongo con los preparativos de
última hora. Decido hacer un rompeolas cortando una botella por la mitad
y pegándola sobre la cubierta de proa. Pongo una esterilla sobre el asiento
para intentar que el acolchado me ayude a soportar tantos kilómetros sentado.
Pego en la parte de atrás de la bañera la bolsa del camelback con 1
litro de agua y paso el tubito para beber por debajo del asiento. Por último
pongo en la parte interna de la bañera un gel de glucosa para tomármelo cuando
me empiece a entrar la flojera.
Por
megafonía están dando los últimos avisos para pasar el control de embarcaciones
a los de la primera salida, la formada por piraguas de “turismo” e “iniciación”
y por los “surfskis” y “kayaks de mar”. Ellos salen unos 30min. antes
que los que vamos en K1 y K2 de “competición”.
La piragua
que he traído no tiene achicador instalado y llevo tiempo dudando si llevar o
no puesto el cubrebañeras. Aunque por ahora el agua está como un plato,
el Guadiana es anchísimo y, sobre todo, en los primeros 5 o 6 kilómetros que
hay hasta el puente muchas veces se forman olas grandes -o muy grandes- a causa
del viento, las corrientes y los barcos. El problema del cubrebañeras es
que da calor y de eso hoy vamos sobrados ya que hace más de 30ºC y un sol de
justicia. Mi cubrebañeras, además, no es de cremallera por lo que no
puedo abrirlo para ventilar y refrigerarme. Una vez pasado el primer tramo
hasta el puente, si el agua está en calma, podría quitarlo de la bañera pero,
en cualquier caso, se me quedará en la cintura dando calor… por todo ello
decido esperar al último momento para ver si se levanta viento y el agua se
pone complicada.
Vamos al
muelle a ver la primera salida. Me sorprende que hay un montón de piraguas
formadas en línea (más o menos, esto es piragüismo…) al otro lado del pantalán
del puerto deportivo. Se ven embarcaciones de lo más variado. Desde los rápidos
surfskis, que con el agua “movida” pueden ir incluso más rápido que las
piraguas de “competición”, hasta kayaks autovaciables anchísimas, más pensadas
para un tranquilo día de playa o de pesca que para recorrer 34Km. Esta gente
tiene mucho mérito porque los que logran llegar -que no son todos- tardan mucho
más tiempo que nosotros… ¡algunos incluso 4 o 5 horas!
Nos saluda
un señor del Club Marítimo de Huelva que nos conoce de otros años. Él también
es de Santander aunque lleva muchos años viviendo en Huelva. Comentamos un poco
cómo vemos la regata este año y nos despedimos y deseamos suerte.
En ese
momento suena un bocinazo y todas las piraguas de la primera salida arrancan a
la vez. Sale cada uno a lo suyo: unos como si estuvieran en la final de los
1000m. de los JJ.OO. y otros con la tranquilidad de un turista. Parece que
nadie intenta coger la ola de nadie y cada uno va con su propia trayectoria.
Algunos bromean con gente del público antes de centrarse en su dura tarea.
Me doy
cuenta de que, aunque han retrasado un poco la salida para que la marea empiece
a subir -la bajamar era una hora antes-, la corriente sigue tirando para abajo.
Voy al
coche. Me visto, me pongo el dorsal con unos imperdibles. Como un plátano y doy
unos últimos tragos de agua.
Me despido
de mi familia que se marcha para seguir la carrera por la carretera paralela al
río. Me dicen que pararán en varios sitios, el primero el puente por el que
hemos venido en coche que está a unos 5 o 6 kilómetros de la salida.
Me encuentro
con Alberto, del club gallego Tudense, al que conocí en mi debut hace 3 años.
Es un “fijo” de esta regata y siempre suele quedar en los primeros puestos.
Aunque me dice que este año ha podido entrenar menos, sé que estará adelante
dando guerra…
Llega la
hora de pasar el control de embarcaciones y al final opto por llevar puesto el cubrebañeras.
Prefiero pasar calor a hundirme o tener que parar en la orilla para achicar.
Voy hacia el lugar de embarque con calma y sin prisas, dejando pasar a todo el
mundo. Pienso que cuanto más tarde me suba a la piragua menos tiempo tendré que
pasar sentado. Lo que va a sobrar hoy son kilómetros para calentar y estar
sentado en su “cómodo” asiento.
Al llegar al
pantalán veo a mucha gente que ya está en el agua calentando. Hay un poco de
atasco para subirse. Sigo calmado y sin prisas. Me pongo detrás de un K2 de
veteranos que están empezando a subirse a su piragua. Sigo esperando, sigo
tranquilo. Parece que no se dan mucha prisa en colocar todo (cubrebañeras,
camelbacks, cuello de la camiseta, cinta de la pala, GPS…). Sigo
esperando. Por el altavoz de megafonía dicen que “faltan 10 minutos para la
salida, todo el mundo a la línea de salida”. Sigo esperando pero ya no estoy
tranquilo, ¡¡les digo que si se pueden dar un poco de prisa!! Pero ellos, como
buenos andaluces, me dicen: “tranquilo quillo, que ya casi está”…
Por fin me
dejan un hueco y me subo rápidamente a mi piragua. Salgo del puerto apurado
pero, para mi tranquilidad, observo que la gente todavía está dando vueltas en
todas direcciones. Aprovecho para calentar un poco y para ir cogiendo posiciones
en la parte izquierda de la salida. El río en el primer tramo hace una ligera
curva a la izquierda y además, como la corriente todavía la tenemos un poco en
contra, pienso que será mejor empezar a subir bastante pegado a la orilla.
Entre que
hay muchas motos de agua y zodiacs -de la organización, de la guardia
civil y de la cruz roja- moviéndose para todos lados y que ha empezado a soplar
un poco de viento de levante -que nos coge de lateral- se ha formado un
batiburrillo de olas que hace complicado el mantenerse en equilibrio sobre la
piragua. Veo por lo menos a un par de participantes que se han caído al agua y
están tratando de nadar hasta el pantalán para volver a embarcar. Miro a mi
derecha, ya estamos formados más o menos en línea. Por megafonía no paran de
repetir que demos hacia atrás, hacia no sé qué boya que marca la línea de
salida. Nosotros, como buenos piragüistas, damos una palada para atrás y dos
para adelante mientras vemos como el resto hace lo mismo…
¡¡¡MEEEEEEC!!!
Bocinazo y
empezamos a levantar agua con nuestras primeras paladas. Dejo un poco atrás al
que tengo a mi izquierda y me pego a la ola del que tengo a la derecha. Veo que
a la derecha de éste un grupo, creo que de K2, se va adelantando al resto. Voy
apretando fuerte y tengo que estar atento al equilibrio porque el agua está
movidito por lo que no puedo fijarme bien en si en ese grupo va también algún
K1.
Nos pegamos a la parte izquierda todo lo que nos
permite el bajo fondo. Por detrás, en diagonal por la derecha, nos llegan unas
olas pequeñas ocasionadas por el viento y veo que todo el mundo trata de
cogerlas para surfearlas. Eso nos obliga a ir un poco en zigzag. El rato que te
subes en una ola vas demasiado hacia la orilla y, por tanto, tienes que hacer
otro rato separándote de ella y aguantando las olas de costado. Me resulta un
poco incómodo pero permite ir suelto de palada.
Miro hacia
adelante y veo al grupo de piraguas que se ha distanciado unos 100m. A ojo
calculo que serán unas 15 piraguas. Pero como vamos en fila me cuesta saber
cuántos K1´s van en él. Yo sigo a ratos surfeando las olas y a ratos pegándome
al que llevo cerca desde el principio.
Giramos un poco a la izquierda y nos encontramos de
frente, enorme, el puente que une Portugal y España.
Deja de
haber olas. El viento nos da completamente por la espalda lo que hace que la
sensación de calor sea todavía mayor. No me encuentro muy bien, empiezo a
sentir agobio y, dado que veo el agua muy lisa, decido quitarme el cubrebañeras.
Con la “alegría” que me da la ventilación doy un relevo a “mi compañero” para
tratar de no bajar mucho el ritmo.
Nos
acercamos al puente y en ese momento decido aflojar un poco porque me siento
muy alto de pulsaciones. Sé que la prueba es larguísima y sigo con dudas sobre
qué tal lo voy a aguantar.
Cuando estoy
a punto de pasar bajo el puente escucho a mi padre gritando “¡vamos Miguel!”.
Miro hacia arriba y le veo, muy lejos -dada la altura del puente-, haciendo
fotos.
Entro en la
enorme sombra que hace el puente sobre el agua y en ese momento, desde la
orilla izquierda, escucho al resto de mi familia animarme. Les miro y sonrío un
par de veces para demostrarles que, al menos de momento, la cosa va mejor que
el año pasado.
Cuando
vuelvo a concentrarme en lo mío me fijo en los que llevamos más próximos por
delante. Tenemos un par de K1´s bastante cerca y me propongo enlazar con ellos
para formar un grupo más grande.
Tras tirar
un rato un poco más fuerte llegamos a su ola. Ha sido fácil, me doy cuenta de
que la gente, tras unos 6Km iniciales de ritmo fuerte, ha decidido ponerse en
“modo larga distancia”. En ese momento somos un grupo de 4. Un chico de azul
con gorra roja con el que llevo desde la salida, un veterano y un chaval
que supongo que será juvenil. Me quedo un rato a ola para descansar.
Hace mucho
calor puesto que seguimos con la brisa a favor, pero sin duda prefiero esto al
vendaval en contra que tuve que sufrir el año pasado. Miro el reloj, llevamos
algo más de 30 minutos, y decido dar los primeros tragos de agua. Tengo que
hacerlo rápido si no quiero perder la “primera ola” en la que voy. Suelto la
pala, cojo el tubo que tengo debajo del asiento y me lo meto en la boca.
Empiezo a dar tragos como puedo, mientras respiro con dificultad, y vuelvo a
dar paladas.
El grupo
sigue tranquilo, sin cambios de ritmo y el veterano que va tirando empieza a
preguntarnos de qué categoría somos. Supongo que es para saber si somos sus
“rivales directos” o no. El de la gorra roja es senior, como yo, y el chaval es
juvenil. Me empiezo a comer un poco la cabeza porque me da la sensación de que
una cosa es ir algo “reservón” y otra ir de cháchara. Decido pasar a tirar del
grupo. Me fijo en otro K1 solitario que llevamos unos 50m por delante. Veo que
no va muy fuerte y que, muy poco a poco, le vamos recortando terreno. Me pongo
como objetivo intentar alcanzarle. Pasa aproximadamente un kilómetro y nos
hemos acercado mucho. En ese momento veo que deja de remar para meterse el tubo
de la bebida e hidratarse. Pego un pequeño cambio de ritmo y consigo llegar a
su popa llevando conmigo al resto del grupo. Ahora somos cinco. Yo me he puesto
a la ola izquierda del que acabamos de alcanzar, el veterano se ha puesto a su
ola derecha, el chaval se ha puesto en la “V” y a mi ola izquierda, a segunda
ola, se ha puesto el chico de la gorra roja.
Durante un
buen rato seguimos manteniendo las posiciones. El que tira lleva un buen ritmo:
constante y justo, ni muy fuerte, ni muy suave -al menos para mí-. A él se le
ve bastante cómodo y empieza a hablar con el veterano que está a su derecha. Ya
se conocen puesto que los dos son de clubs andaluces. Bromean entre ellos. El
que va tirando comenta que no tiene buenas sensaciones y que “ese no es su
sitio en la regata”. Da a entender que normalmente va más rápido. Por los
comentarios que hace el otro parece que sí es cierto...
Por delante
llevamos un K2 al que vamos recortando terreno. Empiezan a mirar hacia atrás y
me da la sensación de que incluso aflojan para que les cojamos. Cuando les
estamos alcanzando el que va tirando de nuestro grupo va justo detrás de su
popa. Yo, que voy a su ola izquierda, voy pendiente de si al final se mete por
la derecha o por la izquierda del K2, para adaptarme lo mejor posible a la
nueva posición que me toque. Sorprendentemente, el que va tirando llega justo
hasta la popa del K2 y se queda ahí, sin querer subir a ninguna de sus olas
laterales. Por ello los dos que vamos a ola del que tiraba del grupo, y que se
ha quedado a popa del K2, pegamos un pequeño cambio de ritmo para ponernos a la
ola derecha del K2 -el veterano- y a su ola izquierda -yo-. El que ha tirado de
nosotros hasta el K2 se queda cómodamente en la “V” y el chaval joven y el de
la gorra roja se ponen a segundas olas.
Pasa un rato
en el que en el “nuevo grupo” seguimos sin cambios de ritmo y sin hablar. Me
doy cuenta de que todavía no llevamos la corriente claramente a favor y pienso
que esto se va a hacer muy largo y muy duro. Tengo mucho calor y la boca muy
pastosa. Decido beber otra vez. Antes de soltar la pala, para coger el tubo y
metérmelo en la boca, doy un par de paladas fuertes para adelantarme un poco y
así no retrasarme al parar momentáneamente de remar. Pese a ello, al dejar de
remar, pierdo medio metro con respecto al K2 pero sin llegar si quiera a caerme
de su ola, nada preocupante. Sin embargo en ese momento veo que el que iba en
la “V” acelera y empieza a enseñar su proa por donde yo saco mi pala derecha,
¡está pegando un sprint para intentar meterse entre el K2 y yo donde,
evidentemente, no hay hueco! Acelero un poco y me pego bien al K2 para dejar
claro que por ahí no puede pasar. El que ha querido “colarse” empieza a gritar:
“¡Pero déjame la ola!”, “¡qué egoísmo!”, “¡en regata ya se ve de qué pie cojea
cada uno!”
Al principio no entiendo muy bien qué dice y, sobre
todo, si lo está diciendo en serio. Cuando me doy cuenta de que sí que lo dice
en serio, y que da por hecho que yo me tenía que haber abierto para dejarle coger
a él una ola en la que estaba yo, le digo: “¡Mira macho, yo no voy nada sobrado
y la ola de un K2 no te la voy a regalar porque sí!”. También le digo que si él
se encuentra fuerte y quiere remontar puede abrirse y adelantar por un lateral
del grupo, que es como se tiene que hacer. Le oigo murmurar algo más pero paso
de seguir discutiendo que bastante cansado me encuentro dedicándome sólo a
remar. (*)
*Aprovecho para poner
aquí normativa al respecto por si a alguien le puede ayudar a aclarar sus
dudas:
En
este caso yo sería la piragua amarilla y el que protestaba sería la piragua
naranja que intentó colarse entre la roja (el K2) y la mía… vamos, peor todavía.
Pasan 3 o 4
minutos y veo de reojo como “el amo del río” que iba a “V” finalmente pega un
fuerte cambio de ritmo por el lado contrario del grupo donde estoy yo. Todos se
alborotan tratando de salir con él. Yo, dado que veo que el K2 sigue a ritmo
constante, opto por seguir “tranquilamente” en plan conservador a su ola. Se
marchan todos. El que ha iniciado el ataque y los otros 3 K1´s que iban en el
grupo se van distanciando poco a poco. Tengo que mantener la sangre fría para no
pegar un tirón e intentar irme con ellos pero pienso que, aunque de momento me
encuentro con fuerzas, voy a llegar al final de la prueba muy justo.
Aprovecho la buena ola del K2 para tratar de dar
las mínimas paladas posibles y para hidratarme con regularidad. Sin embargo no
pasa demasiado tiempo y mis “compañeros de viaje” empiezan a dar muestras de
cansancio. Me da la sensación de que vamos cada vez más lentos. Les digo que
les doy un relevo y que traten de ponerse a mi ola. Voy un rato tirando de
ellos pero les escucho discutir, muestra de que no van bien. Finalmente se
quedan atrás y sigo sólo.
Por delante
veo al chaval que se había marchado de mi grupo cuando se produjo el ataque. Va
sólo y da la sensación, por su ritmo de palada, de ir muy cansado. Tras un rato
apretando un poco más de lo normal llego a su ola. En ese momento empezamos a
encontrarnos cañas y ramas arrastradas por la corriente. Tenemos que ir atentos
para esquivarlas y no engancharlas con el timón.
Después de
descansar un poco a ola del chaval miro hacia adelante y veo que unos 100
metros por delante llevamos al veterano y al senior de gorra roja que también
se me escaparon antes. Pego un cambio de ritmo un poco intenso para ponerme a
tirar y reducir distancias. El chaval que me acompañaba no aguanta mi ola y se
queda atrás. Me concentro en mantener mi ritmo.
Giro a la
derecha en una curva muy amplia que da el río y encaro una larga recta más. A
lo lejos, a la izquierda, veo varios barcos atracados en un pequeño muelle.
Creo que es Foz de Odeleite, donde tienen la meta los cadetes. Sigo reduciendo
poco a poco la distancia con los dos K1´s que me preceden pero se me está
haciendo duro y todavía me sacan bastantes metros. Escucho un ruido de motor
por detrás, miro a mi derecha y veo un barco grande que me está adelantando
haciendo unas olas enormes. Por un momento dudo si meterme detrás de él a
surfear su ola… iría como un marqués, sin tener que hacer nada de fuerza en las
paladas y a gran velocidad, pero no lo veo muy ético ni legal en una regata y opto
por seguir mi línea.
Cuando me
estoy acercando al muelle donde veo que se están bajando algunos cadetes
escucho a mi madre: “¡vamos Miguel, muy bien!”. Con la paliza y el calor que
llevo me anima muchísimo. Tras acercarme más también veo a mi padre
haciendo fotos. Les sonrío un poco.
Me pregunto
dónde estarán Elsa y Carmen, supongo que se hayan buscado una sombra... Mi
padre me grita: “¡coge la ola que está permitido!”. No entiendo a lo que se
refiere, no sé si lo dice en plan irónico porque voy sólo o se refiere a las
olas del barco que me ha adelantado.
Tras pasar
el embarcadero y dar unos tragos de agua veo que el veterano y el de la gorra
roja me sacan menos distancia y que están bebiendo y remando suave. Decido
esforzarme a tope para alcanzarles y por lo menos así hacer el resto de la
regata con alguien. Acelero la cadencia de palada mientras respiro fuerte y
acompasadamente. Tras unos 2 o 3 minutos de esfuerzo llego, por fin, junto a
ellos. Les saludo y me relajo un poco a su ola.
En eso
momento de “relax” soy consciente, por primera vez, de cuanto me duelen los
glúteos, los isquiotibiales y los lumbares. Intento estirarme echándome hacia a
atrás e incluso sacando alternativamente las piernas de la bañera mientras me
inclino hacia adelante. Me alivia pero sólo momentáneamente. El de la gorra, al
verme hacer estos movimientos raros, me pregunta: “¿te duele la ciática?”. Y, sin
darme tiempo a responder, me dice que a él sí y que ya no sabe cómo sentarse.
Decido tomarme el gel de glucosa “por si acaso”. Lo espachurro de una vez y se
me llena la boca de una especie de mermelada caliente… curiosamente me sabe muy
rico, supongo que porque mi cuerpo lo necesitaba. Doy unos tragos de agua para
pasarlo.
De nuevo
tengo la sensación de que llevamos un ritmo demasiado lento. Paso a tirar yo, a
mi derecha se pone el veterano y a mi izquierda el de la gorra, al que escucho
resoplar y quejarse de sus dolores cada poco tiempo.
De repente
oigo gritos de ánimo. Miro para la derecha y veo, unos metros más arriba, el
coche de mi padre por la carretera que va paralela al río. Han bajado la
ventanilla y todos me dan gritos de ánimo diciéndome que “¡ya queda poco!”.
Me dan
fuerzas. Les digo a mis acompañantes con orgullo: “¡mirad, es mi afición!”.
Me hago un
análisis y, quitando el dolor y el cansancio lógico por el calor y los
kilómetros que llevamos, me encuentro bastante bien por lo que intento acelerar
un poco más. El veterano se pega bien a ola pero el senior de la gorra roja no
tiene fuerzas para seguirnos y, poco a poco, se va quedando atrás.
Damos una
curva del río y ante nosotros nos encontramos de nuevo una larguísima recta.
Empiezo a estar muy incómodo, me duelen mucho la parte baja de la espalda y las
piernas. Le pido a mi acompañante un relevo y pasa a tirar él. Trato de
desentumecerme echándome para atrás, e incluso a ratos remo apoyado en la parte
de atrás de la bañera, aguantándome con los abdominales.
Unos metros
por delante vemos a un K2 al que parece que nos vamos acercando poco a poco.
Propongo a mi compañero hacer un esfuerzo conjunto para ver si les cogemos y
hacemos el resto de la regata a la “cómoda” ola de un K2.
Aumenta el
ritmo y nos acercamos bastante pero me da la sensación de que cuando nos
escuchan aceleran también con lo que no podemos cogerles. Les empezamos a
gritar “¡K2, K2!” para ver si nos hacen caso, ven que somos K1´s, se apiadan de
nosotros y nos esperan. Parece que no están por la labor, no hacen ni el amago.
Decido dar un relevo y pasar a tirar yo. Pego un cambio de ritmo todo lo fuerte
que puedo, doy el 100% -bueno, lo que me queda- para ver si consigo alcanzarles
y así descansar un poco. Voy a tope de pulsaciones, la proa se me levanta al
intentar remontar su ola y el agua se hace más “dura”. Estoy a punto de tener
que aflojar, pero justo en ese momento consigo remontar la ola y me sitúo a su
popa. Una vez ahí me abro un poco, doy un par de paladas fuertes más y me
sitúo, por fin, a su ola izquierda. Intento descansar. Miro hacia atrás y veo
que el veterano que venía conmigo también ha conseguido enlazar.
Una vez que
recuperamos el aliento empezamos a animarnos entre todos diciendo que ya quedan
muy pocos kilómetros y que la marea a estas alturas nos está llevando en
volandas. Veo en mi GPS que vamos a velocidades de 14-15Km/h, es decir,
rapidísimo. El K2 y el veterano hablan entre ellos haciendo números y cábalas
para intentar saber en qué puesto van. Yo la verdad es que ni pregunto, no
tengo demasiada curiosidad.
Delante
vemos a un K2 de portugueses y me empiezo a temer que el K2 que va tirando de
nuestro grupo apriete para poder alcanzarles. Efectivamente hablan entre ellos,
se dan ánimos y aceleran el ritmo. Voy bastante justo pero me mantengo a su
ola. Los portugueses deben ir fundidos porque de repente se paran en seco para
beber y estirar. Justo antes de alcanzarles el popel del K2 que va conmigo le
dice a su compañero “ahora, cuando les adelantemos, vamos a pegar un esprint
para que no se nos peguen a ola”. Me preparo para sufrir. Doy unas cuantas
respiraciones fuertes y me echo para atrás para aliviar mis lumbares una vez
más antes del cambio de ritmo. Pasamos a los portugueses y me da la sensación
de que éstos no tienen intención -o fuerzas- para seguirnos.
Cuando
estamos paleando todo lo rápido que podemos escucho un ruido detrás, miro de
reojo y veo que son los portugueses que se han caído al agua, ¡qué alivio!
Rápidamente se lo digo a mis compañeros de grupo para que no se esfuercen más
de la cuenta… y nos permitan recuperar la respiración.
Las cosa se
relaja. No vemos a nadie por delante ni por detrás. Quedan 2Km y la regata está
hecha. Seguimos animándonos. El veterano dice: “después de aquella curva ya se
ve el castillo de Sanlúcar”. Voy cansadísimo y deshidratado. Intento beber agua
pero se me ha acabado el litro que llevaba. Sólo me preocupo de mantenerme a
ola y moverme hacia adelante y hacia atrás para intentar aliviar el dolor de
piernas y culo.
Damos una
ligera curva a la derecha y por fin vemos al fondo los pueblos de Alcoutim y
Sanlúcar… ¡la meta!
Por inercia
y por la emoción de ver la meta aceleramos un poco. A estas alturas ya me da
igual. Si yo voy cansado el resto no debe ir sobrado tampoco…
Sólo quedan
500m. Por la izquierda nos adelanta un barco que hace unas olas incomodísimas
que nos cogen totalmente de costado. Intentamos guardar el equilibrio mientras
seguimos paleando. El K2 tiene problemas de estabilidad, apoyan un par de veces
y se quedan un poco atrás. Me pongo a ola del veterano que me vuelve a
preguntar -otra vez- si soy senior. Le respondo afirmativamente y me dice que
entonces pase por meta yo antes, que no le preocupa. Como él es el que va
tirando le digo que no, que pase él y que esté tranquilo que no voy a
esprintarle.
Nos
acercamos a meta, quedan 100m. Hay bastante público y se escuchan sus ánimos.
Me da “cosa” llegar a meta “de paseo” con tanta gente mirando por lo que no
puedo evitar acelerar un poco. El veterano, al verme, también acelera. Seguimos
acelerando progresivamente pero creo que ninguno de los dos damos el 100%. Yo
pensando que no voy a intentar adelantarle habiéndole dicho que no le iba a
esprintar y él, supongo, que fiándose de mí.
Unas últimas
paladas fuertes en las que casi me emparejo con él y…
¡¡¡¡META!!!!!
Estoy
cansadísimo, deshidratado y dolorido, pero muy contento y orgulloso de haber
acabado “entero”. Felicito a mi acompañante por su regata. Meto las manos en el
agua y me remojo. Veo a mi padre que sigue haciendo fotos a los que van
llegando y en el embarcadero a Elsa y a mi tía Maribel de Ayamonte… ¡qué
sorpresa que haya venido! También se acerca mi madre y todas me felicitan y me
dicen que lo he hecho muy bien. Me emociono un poco y les digo que he llegado,
que lo de “bien” lo dicen ellas que no son muy imparciales…
Me ayudan a
bajarme de la piragua y cuando recupero un poco la circulación en las piernas
les doy abrazos y besos para agradecerles sus ánimos.
Después de comentar un poco
la regata con la gente que conozco de otros años…
Voy a
sentarme en la terraza del bar del pueblo donde están instalados mi tía Carmen
y mi tío Antonio ¡dando cuenta de unas buenas tapas!
Tengo el
estómago revuelto, pero después de tomarme una cervecita con ellos -que me
sienta mejor que el isostar- consigo comer también unos huevos fritos con
patatas. Hay que reponer hidratos.
Tras comer un poco y contarles cómo ha ido la cosa cruzo el río a Alcoutin para
ducharme, cambiarme de ropa y cargar la piragua en el coche. Vuelvo a Sanlúcar
en un barquito. Después voy con Elsa a la comida y entrega de premios. Una gran paella y un muy buen ambiente es lo
único que faltaba para convencerme de que… ¡habrá que volver al infierno del
Guadiana!
Al final
hubo “sorpresa” y todo. Mis resultados fueron:
Tiempo Final
Villareal-Sanlúcar: 2:41:12 (34Km)
Lo del
segundo puesto es muy relativo… yo siempre digo que salvo que hagas pódium en
un campeonato del mundo o en unas olimpiadas, quedar bien o mal en cualquier
otra prueba sólo depende de quién se presente. Y si yo he quedado segundo lo
que está claro es que los olímpicos y campeones del mundo se olvidaron de
venir…
Aunque luego
también está el punto de vista mucho más positivo y optimista de mi tío Pepe.
Según su teoría he quedado el segundo, del mundo, en mi categoría. y esto
es así indiscutiblemente puesto que la participación en esta prueba está abierta a
todo el mundo y, de los que decidieron ir, yo quedé el segundo… jejeje.
En cualquier
caso, al margen de los puestos -que a mí en serio que no me preocupan
demasiado-, esta prueba es en la que mejor me he encontrado en todo el año. Fui
de menos a más, alcanzando y adelantando a gente, y terminé con el mejor tiempo
de las tres veces que he participado. ¡Por tanto me quedo con un muy buen sabor
de boca a final de temporada!
Podéis ver las clasificaciones de la prueba en:
Es casi imposible dar más detalles de este día,muy bien Miguel!...no cabe duda,de que hay que estar muy bien para atreverse a hacer esta prueba y para sufrir en ella,aunque este año te fuera mejor.
ResponderEliminarEnhorabuena...puedes estar muy orgulloso del resultado final,y de la medalla de plata!
Felicidades tambien a la "Peña",que yo se lo importante que es y lo bien que viene siempre y muy bien como siempre el fotografo.FELICIDADES MAQUINA
Gracias Toño. Fue un gran día y un gran final de vacaciones. Fue duro, sufrí, pero la compañía lo hizo más llevadero.
EliminarUn saludo.