Elsa y yo nos enteramos de que iban a
organizar un trail en “la tierruca”, concretamente en la zona de la Vega de Pas
y el Túnel de la Engaña. Eran 24Km, largo para lo que estamos acostumbrados, y
con un desnivel importante, unos 2.500m acumulados. Miramos las
fechas, agenda libre, y nos apuntamos sin dudar.
Eso sí, como somos muy prudentes (y un poco
caguetas) fuimos a hacer el recorrido andando-trotando con Toño, el padre de
Elsa, 15 días antes de la carrera para saber a lo que nos enfrentábamos.
El entorno espectacular pero nos dimos
cuenta de que el trail iba a ser duro. Una primera mitad en continua subida, alguna
bajada algo complicadilla para unos novatos como nosotros y, sobre todo, una
buena “sorpresa” en la parte final. Del kilómetro 17 al 18 había una subida de
casi 500m de desnivel. Subir 500m en 1Km traducido, para que lo entendamos
todos, significa una “pared” en la que había que ir no ya andando, sino
gateando, literal.
El día de la competición nos acompañaron
mis padres para darnos un necesario apoyo y, como casi siempre, para regalarnos
un gran reportaje fotográfico.
Esta vez Elsa y yo habíamos acordado
hacerlo cada uno por su cuenta, a nuestro ritmo, y ver lo que salía. Yo, una
vez que se dio la salida, decidí salir fuerte, arriesgando en cuanto a ritmo
(3:30-3:40/Km), aprovechando el tramo de asfalto con ligera pendiente
favorable. Salí rápido, como la mayoría todo sea dicho, porque en el kilómetro
2 se abandonaba la carretera, se cogía un caminillo estrecho de subida en el
que habría que ir en fila india y no quería quedarme “bloqueado” detrás de
alguien más lento.
Al llegar al camino, como iba muy pegado
al que llevaba delante no veía el suelo que pisaba y a causa de esto pisé una
piedra suelta y me torcí el tobillo. Me dolió bastante y me debí hacer un
esguince porque me molestó toda la carrera y después estuve casi un mes con esas
molestias.
Pero en carrera, en caliente, decidí
olvidarme del tobillo y corrí todo lo que pude.
En las subidas y tramos llanos adelantaba
puestos y en las bajadas me adelantaba un montón de gente. Se ve que soy muy
malo bajando y/o demasiado precavido. En una bajada resbaladiza por un hayedo sombrío
aprendí lo que es eso que los expertos en trail llaman “bajada técnica”. Este
tipo de bajada consiste en una bajada en la que no puedes correr de forma
normal y controlada, sino que hay que correr con los brazos a lo loco para
equilibrarte y, sobre todo, lo básico, sin pensar en que en cualquier momento
te puedes pegar el castañazo de tu vida.
El tramo por el trayecto de lo que iba a
ser el tren Santander-Mediterráneo, los túneles y la estación de la Engaña lo
disfruté mucho porque fue el tramo en que más pude apretar el ritmo y avancé
algún puesto.
La temida subida del Km 17 me pareció,
siendo positivo, in-fer-nal. Allí estaba mi padre para dejar constancia gráfica
de nuestra agonía.
Una vez coroné la cima, con lo peor de la
carrera ya superado, resulta que empezó mi peor tramo. Entre el cansancio que
llevaba encima y que la ladera por la que se bajaba tenía inclinación lateral
(lo que hacía que el tobillo me molestase muchísimo) “pinché” un poco y perdí
algún puesto en la bajada hasta el pueblo de Vega de Pas donde estaba la meta. En
esta bajada me adelantaron las dos primeras chicas y no pude ni siquiera
seguirlas.
Al final terminé en 2h 51´, el 29º de unos
200 corredores, 25º en mi categoría. Bastante bien para alguien de “el montón”
que entrena poco, o nunca, por la montaña y que tampoco suele hacer tiradas tan
largas.
Una vez más la que cumplió con creces fue
Elsa, hizo 3h 12´ y ¡quedó la 70º en la general y la 4ª en su categoría!
Una máquina. Además tuvimos la suerte de
que ampliaron un poco el pódium con lo que tuvimos foto de campeona.
El “track” de la prueba:
Las clasificaciones:
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