lunes, 29 de junio de 2015

26/06/2015 - VI Carrera Popular Nocturna Santander

Aprovechando la “Semana del Deporte de Santander” nos apuntamos el “equipo familiar” casi al completo a la carrera nocturna. Mi hermana Marta, que había estado liada con el proyecto del master y no había podido entrenar todo lo que quisiera (o quisiéramos el resto), se apuntó a la carrera de 5Km. El resto, esto es, mi hermana Rocío, mi padre, Elsa, Toño y yo nos apuntamos a la de 10Km.

Ninguno de los recorridos era “cómodo” ni rápido pero se trataba de hacer un poco de ejercicio. El de los 5Km era: Palacio de deportes-Piquio-Reina Victoria hasta la Cuesta de las Viudas y vuelta. Y el de 10Km era: Palacio de deportes-Piquio-Reina Victoria-Castelar-vuelta en la rotonda de Puerto Chico-Reina Victoria-vuelta al Palacio de la Magdalena-Palacio de deportes. Es decir, que ambos recorridos tenían bastantes cuestas y algunas bastante durillas.

Elsa y yo teníamos pensado hacer “sólo un entrenamiento de calidad”. Teniendo en cuenta que nos habíamos levantado a las 5:45, trabajado hasta las 15:00 y conducido de 15:30 a 20:15, no íbamos a llegar muy frescos a las 22:00, la “intempestiva” hora de salida. El cansancio que seguro íbamos a tener no nos iba a permitir tener la motivación suficiente como para plantearnos hacer un 10.000 a tope. Mi hermana Rocío y mi padre, en cambio, estaban ante un gran reto personal. Esta carrera suponía su debut en los 10Km tras sólo unos meses entrenando regularmente… se les notaba con ciertos nervios y una pequeña incertidumbre ante “lo desconocido”. Motivación no les iba a faltar, ¡aunque creo que yo estaba más ilusionado todavía que ellos! Toño, como casi siempre, iba a poner “toda la carne en el asador” y a disfrutar. Y Marta, pese a hacer los 5Km, también se enfrentaba a un buen reto para ella ya que el recorrido era duro e iba a intentar hacerlo al mejor ritmo posible.

Hicimos un calentamiento muy breve. Yo intenté correr rápido para probarme y la verdad es que las sensaciones fueron pésimas. No corrí ni un minuto y tuve una gran sensación de asfixia y cansancio general. Estaba decidido, carrera tranquila a 4:15-4:20/Km.


Tras la foto de rigor y desearnos suerte, cada uno fuimos a colocarnos en nuestro sitio para la salida. No me coloqué demasiado adelante, en parte porque no iba a ir muy rápido (me da mucha rabia los que se ponen en las primeras filas para luego ir “a su ritmo” entorpeciendo al resto de corredores) y, en parte, porque cuando quise darme cuenta ya estaba todo el mundo colocado y no había hueco por donde pasar.

Allí me encontré con mi amigo del colegio Manolín que es un máquina del atletismo. Me explicó que iba a correr tranquilo con la gente de su gimnasio. Rodando a 4:30/Km me dijo. Y cuando estábamos hablando de estas cosas dieron la salida que nos cogió totalmente desprevenidos. Elsa me adelantó por la izquierda mientras me gritaba que ya habían dado la salida. Al final reaccioné, empecé a correr y tras pasar bajo el arco de salida-meta puse en marcha mi cronómetro.


No salí esprintando como hicieron muchos a mi alrededor, pero sí puse un ritmo “de crucero” con el que me sentí cómodo los primeros metros con desnivel favorable y con el que iba adelantando poco a poco a gente. Me costó esquivar a un par de chicas jóvenes (del tipo de las que hablaba un par de párrafos más arriba) pero hasta Piquio fui encontrando huecos por los que seguía adelantando puestos. Imposible no contagiarse del espíritu competitivo de la gente en carrera e ir despacio. No iba a tope, pero sí más rápido de lo que había pensado antes de salir.

Al llegar a la subida a Piquío adelanté a un niño muy pequeño que iba corriendo con su padre. Cuando pasé junto a ellos les grité sonriendo “¡cómo vienen las nuevas generaciones!”. Ni el niño ni el padre hicieron el amago de mirarme. Lo único que dijo el padre, dirigido a su hijo y con tono autoritario, fue: “en la subida acorta la zancada y bracea mucho”. En ese momento pensé: “buf, chaval, no sé si llegarás a ser un crack de esto, pero no te envidio”.

Bajando hacia el Sardinero alcancé a una mujer que no conozco de nombre pero sí me suena como “mítica” del atletismo en Cantabria y que, a juzgar por lo bien rodeada que iba y los ánimos que recibía, debía ir en una buena posición. Su grupo iba un poco más lento de lo que iba yo y opté por adelantarme.

Subiendo hacia la Magdalena ya se iba corriendo muy “despejado” de gente. Alcancé a otra chica joven, que también me suena de verla en las carreras, y escuché que alguien del público le gritaba “¡muy bien Aroa, vas la primera!”. Al ponerme a su par le pregunté si corría los 5 o los 10Km y me respondió que los 10Km. Tenía un poco más de ritmo que ella y también decidí seguir hacia adelante… a esas alturas lo del “cansancio y el entrenamiento tranquilo” mi cerebro, hasta arriba de adrenalina, había optado por dejarlo en cuarentena. A partir de ahí se trataba de intentar hacer los 8Km restantes al mismo ritmo que había hecho los 2 primeros. Más fácil de decir que de hacer.

Llegué al Km 2,5 donde estaba la vuelta para los que hacían la carrera de 5Km. Justo en ese punto vi a mi madre, a mi cuñado Javier y a mi sobrino Javierito. Me dieron unos gritos de ánimo pero me fijé en que Javierito estaba sentado en el bordillo con pinta de cansado, ¡no son horas para los niños, ni para los que tenemos sus mismos horarios!

Por Reina Victoria pegaba aire de cara y decidí meterme detrás de un corredor delgadito con el que fui bastantes kilómetros. En ese momento empecé a ser consciente de que sí iba algo cansado. Había hecho el primer kilómetro, esquivando a gente, en 3:50, el segundo, subiendo Piquio, en 3:48 y el tercero por la subida a la curva de la Magdalena y Reina Victoria en 3:54.

A la altura del Palacio de Festivales me crucé con el primero, Pepín Fuentes Pila. Yo echando los pulmones por la boca y él sacándome un mundo y con cara de ir muy sobrao… qué bueno es el deporte para hacerte humilde, ¡sobre todo a los a los malos como yo!

Llegué a la bajada de la Cuesta del Gas en la que alargué la zancada y pude recuperar un poco. Al empezar Castelar me crucé con el “grupo perseguidor” y poco después con el incombustible Quino Otí que iba corriendo dando grandes zancadas.

Dimos la vuelta en la rotonda de Puerto Chico, me pitó el reloj, lo miré y el 4º kilómetro me había salido a 3:44. En ese momento aceleró “mi liebre”, o a mí me dio un pequeño bajón, por lo que perdí unos metros respecto a él y empecé a correr en solitario, sin cebarme, mentalizándome para la inminente subida de la Cuesta del Gas.

Justo antes de empezar a subir escuché que alguien que iba en dirección contraria gritaba mi nombre, ¡era Elsa! La saludé muy animado pero me quedé pensando: “menudo carrerón que está haciendo ésta, ¡espero que aguante!”.

La Cuesta del Gas se me hizo bastante dura y no fue como otras veces que cuesta arriba adelanto posiciones. Esta vez ya íbamos todos muy colocados y mantuvimos las distancias. Una vez arriba, mientras trataba de recuperar un poco el resuello, me crucé con Toño y también me sorprendió lo bien que venía. Le grité que llevaba a Elsa un poco por delante.

A partir de ese momento en lo único que pensaba (aparte de en poner un pie delante de otro lo más rápido posible) era en cruzarme con mi padre y Rocío para ver qué tal venían. Y no tardé demasiado en cruzarme con mi padre que venía a buen ritmo, con buena cara y rodeado de muchos corredores. Le animé: “¡muy bueno!”. Y unos metros más adelante vi a Rocío que iba corriendo más en solitario. Me fijé en que por detrás llevaba todavía a mucha gente (¡ella tenía miedo a que la atropellase el coche escoba!) y le grité: “¡vas muy bien, pero calma que queda mucho!” y ella me respondió que iba bien. La verdad es que sí se la veía que iba dosificándose y con margen.

Me volví a concentrar en mí. En el kilómetro 5, con la dura subida de la Cuesta del Gas, ya pegué un pequeño (o grande) bajón de ritmo, me salió a 4:12. Además, me empezaba a encontrar bastante cansado. El largo día y, seguramente la falta de entrenamiento, empezaron a hacerse notar.

Afortunadamente en ese momento me crucé nuevamente con mi madre, Javier y Javierito (ya sobre los hombros de su padre). Otra vez me dieron un montón de ánimos que me vinieron muy bien. Conseguí pensar más en positivo y apretar un poco el ritmo fijándome en el que llevaba por delante.

La bajada hacia el Palacio de la Magdalena la hice muy rápido, con buenas zancadas y cadencia. Y una vez dentro, mientras el recorrido se mantuvo llano, conseguí mantener un ritmo bastante aceptable. El reloj pitó marcándome 3:52 en el kilómetro 6. En ese momento pensé, “venga Miguel que te quedan sólo 16 minutos”.

Pero quedaba la parte más dura de la carrera. Al cansancio acumulado se le unían 3 duras subidas: el rampón de subida al Palacio de la Magdalena, la cuesta de salida del Palacio hacia el Sardinero y Piquio.

La subida al Palacio la hice a un espectacular ritmo, el cochinero. Braceando a tope y acortando la zancada, eso sí, que yo aprendo rápido. Una vez arriba luché contra las ganas de sentarme en un banco y fui recuperando como pude sin pararme… terminé el kilómetro 7, a 4:32.

Bajando del Palacio aceleré todo lo que pude y me fijé en que 50m por delante llevaba al mismo corredor que se me había ido unos metros en Puertochico. No había ni ganas, ni sobre todo fuerzas, para intentar cogerle. La subida a la curva de la Magdalena no la hice mal del todo pero llegué arriba otra vez a tope de ácido láctico. Me ayudó mucho el público que estaba ahí animando. Justo arriba terminé el kilómetro 8, en 4:05.

El paso por el Sardinero fue rápido. Alcancé y adelanté muy poco a poco a uno que iba con ropa de triatlón y a su vez me adelantó otro como un tiro, dándolo todo. La última subida a Piquio no se me hizo demasiado dura, aunque mi ritmo ya no era el mismo que al principio. Poco después de llegar a los jardines y empezar a bajar cumplí el kilómetro 9, me había salido a 4:01.

Apreté un poco más por Mesones y la fuente del Racing pero el falso llano por el que se corre al pasar junto al estadio me hizo volver a sufrir. Me concentraba en seguir levantando las rodillas e impulsándome hacia adelante. Llegué al Palacio de Deportes y mi reloj marcó los 10Km, el último me salió otra vez a 4:01… faltaba la recta de meta, no tenía pensado esprintar porque no tenía muchas fuerzas, la verdad, y porque no tenía mentalidad 100% competitiva. Aun así aceleré un poco al ver que también lo hacía el que llevaba justo por delante. Los últimos 150m a 3:43/Km.

Pasé por meta sin pararme, seguí hasta el fondo donde daban una bebida isotónica y con la misma salí trotando en dirección contraria a la carrera para ir a buscar al resto del equipo.

Con Elsa me encontré muy rápido, cerca del campo del Racing. Le dije que fuese tranquila que no llevaba a ninguna chica por detrás. Se veía que iba dándolo todo, iba con cara de cansada y concentrada y no quería que yo la dijese nada. Tuve que acelerar mi ritmo y la acompañé hasta el principio de la recta de meta. Ahí le dije que la llegada era el segundo arco (algunos se habían equivocado y se habían parado en el primero) y me despedí momentáneamente de ella.

Vi a lo lejos como esprintaba a tope los últimos metros. Fui por fuera de las vallas para encontrarme otra vez con ella y cuando la vi le di un abrazo y un beso y la felicité por el carrerón que había hecho. Por los comentarios del “speaker” ya nos habíamos enterado de que había llegado 4ª (a mí me lo parecía porque cuando había ido a buscarla me fui fijando en las chicas que pasaban). Un par de chicos que habían ido con ella en la carrera, con pinta de buenos corredores además, se acercaron a felicitarla, lo que le hizo sentirse muy orgullosa. Con razón.

Una vez más a un pasito del pódium. Tiene un mérito increíble porque las que llegaron por delante de ella son atletas “profesionales”. No se ganan la vida con ello, pero sí son corredoras de toda la vida, de clubs de atletismo, con entrenamientos planificados y demás. Elsa corre 3 días a la semana, a su aire, y lo complementa con un día de gimnasio/spinning y, de vez en cuando, con una sesión de piscina. Se le da bien y está en forma. Una campeona.

De repente nos encontramos con mi hermana Marta que estaba esperándonos frente a la meta. "¿Pero ya estás aquí cambiada de ropa y todo?". Yo me había cachondeado diciéndole que igual la cogía antes de que llegase. Estaba claro que no, y por mucho. Le pregunté qué tal le había ido y me dijo que muy bien. Que los primeros kilómetros los hizo con Rocío y que la vuelta, pese a hacerla sola, mantuvo buen ritmo hasta el final. Su segunda carrera de 5Km terminada con mucha solvencia, perfecto.

Una vez que Elsa se recuperó un poco y cogió su bebida, fuimos los dos a buscar al resto. Cuando habíamos caminado un poco vimos que Toño ya entraba en la recta de meta. No sabía su marca (no había marcador en meta), pero me daba la sensación de que había hecho una gran carrera porque no había pasado demasiado tiempo desde que habíamos llegado.

Elsa volvió hacia el arco para acompañarle y yo seguí en dirección contraria porque tenía ganas de ver a mi padre y Rocío que eran los que más justo lo iban a llevar. Me iba fijando en la gente que me cruzaba tratando de sopesar si el ritmo que llevaban sería más alto o parecido al de ellos, para anticipar el momento en que me los encontraría.

Al llegar a Piquío distinguí a lo lejos a mi padre que venía corriendo solo, subiendo la cuesta, pero dando una imagen de estar corriendo bien a esas alturas "de película". No se le veía hundido, ni apajarado, sino corriendo con estilo. Me alegró mucho verle así y rápidamente le grité que iba muy bien. Le acompañé durante un rato y le ofrecí un poco de bebida isotónica. Me dijo que no podía beber porque subiendo iba muy alto de pulsaciones y porque tenía la boca muy seca. Esperé a que empezase la bajada y le medio obligué a que diera un trago que le sentaría bien. El rato que corrí con él pude comprobar “en vivo” que llevaba muy buen ritmo. Siempre ha hecho deporte, pero correr lo tenía un poco “olvidado”… hace 4 meses no aguantaba ni 500m seguidos sin parar a descansar. Y la mejoría que ha tenido en este tiempo con sus 69, casi 70, años es ad-mi-ra-ble. Kilómetro 9, le quedaba sólo uno, ¡lo tenía hecho! Me dijo que fuese a buscar a Rocío que vendría por detrás. Le di una palmada en la espalda a modo de felicitación y me despedí.

Rocío no venía mucho más atrás. Me puse a correr acompañándola también en Piquío. No sólo no le había atropellado el coche escoba sino que vi que llevaba todavía bastantes corredores por detrás. Como sabía que le quedaba poco para llegar, y tenía fuerzas, apretó bastante el ritmo. Le ofrecí también bebida pero iba tan forzada de respiración que la rechazó. Yo iba algo asustado viendo lo que estaba forzando porque tenía miedo de que no pudiese aguantar así hasta el final. Pero vaya si aguantó. En la rotonda del Racing adelantó a una chica y a su novio y al llegar a la recta de meta ¡se puso a esprintar!

Muy emocionante.

Una vez que nos reunimos todos en la zona de meta empezamos a contarnos qué tal nos había ido, anécdotas, sensaciones, etc. Estábamos todos muy contentos por haber “cumplido” y haber dado todo.


Al ser una carrera popular no hubo clasificaciones, salvo para los tres primeros, por lo que no podemos saber cómo quedamos, aunque ya se sabe que para nosotros no es demasiado importante.

-Marta, 5Km: 33:05 (6:37/Km). Fue sólo su segunda carrera, la terminó mucho más entera que la primera y además mejoró su marca. ¡Incluso la refunfuñona de ella se está dando cuenta de que hacer ejercicio la viene bien y se nota!

La carrera de 10Km no estaba perfectamente medida. Según todos nuestros relojes fueron 10,15Km. Los ritmos están calculados con respecto a la distancia real, no la teórica de 10Km.

-Rocío: 1:02:31 (6:10/Km). Primera carrera de 10Km superada con nota.
-Papá: 1:01:51 (6:06/Km). Lo mismo, debut y ya rozando la hora.
-Toño: 48:18 (4:46/Km). No es su mejor marca pero sí es la mejor de los últimos años y además en un circuito nada propicio. Este año está cogiendo un gran estado de forma.
-Elsa: 44:27 (4:23/Km). Nueva mejor marca personal en 10Km. Este año no para de batir sus tiempos… y lo mismo, en un circuito llano podría haber rebajado más. Y 4ª femenina, claro.
-Y yo: 40:31 (4:00/Km). No está mal para mí y dadas las circunstancias de esta carrera. Al final me “metí en competición” y disfruté, que es lo principal. Pero tengo pendiente hacer una carrera con un mejor perfil, llegando descansado y a tope de motivación para ver cuánto puedo rebajar los 40min/10.000m. Estoy seguro de que puedo rebajarlo. Este año entrenando en llano ya he hecho 10Km en 40min clavados, mi ritmo en MM el año pasado fue 4:01/Km. Es decir, que poder debería poder. Sólo falta que me cuadre bien una prueba y demostrármelo a mí mismo, que es al único que le importa. Y algo, tampoco mucho.

Hasta entonces a seguir haciendo deporte, pasándolo bien y a poder ser con la familia.


El track de la prueba:
GPS



2 comentarios:

  1. Al llegar a la meta fueron a felicitarme -o a socorrerme- unos antiguos compañeros de trabajo y me puse a explicarles que "me habían sobrado los últimos 2 Km." pero uno de ellos terminó la frase antes que yo sentenciando: "9 Km." Y posiblemente eso fuera lo cierto.
    Buena crónica, Miguel.

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, muy buena. Cualquier carrera de más de 50m es demasiado larga.

    ResponderEliminar